Insuficiencias ante el cáncer

Insuficiencias  ante el cáncer

Las flaquezas para enfrentar con amplitud al cáncer merecen resaltarse. En primer orden: la inconsciencia -no combatida con educación- que reduce la detección temprana del mal. La mayoría (casi todos) de los pacientes acude a los centros cuando la enfermedad está avanzada y es más difícil, sino imposible, colocarla en remisión. Para una dolencia de tratamiento costoso, la pobreza es una barrera. El ingreso promedio de los dominicanos hace suponer que mucho más de la mitad de esta colectividad carece de suficientes recursos para costearse los procedimientos de última generación, los que verdaderamente ganan importantes batallas contra una enfermedad que en todas partes del mundo está entre las principales causas de muerte.
La pobreza además, conduce fácilmente a otros fracasos si los centros oncológicos (uno de ellos excepcionalmente moderno) sufren de alguna estrechez. Los equipos de alta tecnología tienen que ser operados por un personal calificado cuyo servicio no puede ser barato y objeto de un mantenimiento especializado que tampoco podría serlo; sin holgura el triunfo de dotar al país de un buen hospital oncológico corre riesgos operativamente. Esa pobreza es también antesala de muerte para la gente común si el Sistema de Seguridad Social mantiene borrada de sus obligaciones la cobertura con atenciones a enfermedades de alto costo como es el cáncer, y eso ocurre muy trágicamente en estos momentos.

Dos aspectos de un mismo mal

 

Existen dos tipos de evasores: el codicioso transgresor que con no pocas mañas deja de pagar impuestos para enriquecerse; y el pequeño proveedor de empleos, servicios y bienes menores que ve al recaudador como un enemigo y se refugia en la informalidad. Y en efecto, limitaciones gerenciales y de inversión le restan solvencia. El Fisco puede arruinarlo si no se toma en cuenta su realidad. Mientras siga resultado complicado y desigual el atender las exigencias contributivas, la presión fiscal no debería ser mayor. Estimularía la evasión. Menos aún si se recurre a subir tasas y buscar nuevas formas de recaudar apretando al contribuyente tradicional e identificable, y no para el universo ciudadano. El régimen fiscal corre el riesgo de seguir siendo visto como carente de equidad, generador de informalidades, elusiones y desaliento para el inversionista.

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