Insultos vs. programas

Insultos vs. programas

La inveterada costumbre del Presidente Mejía, de atacar a todo el mundo, con toda clase de epítetos, algunos muy ofensivos y otros supuestamente de cariño y confianza, se ha arraigado en la actual campaña electoral, con tan mal tino, que el país se ha sumergido en un ciclo de la violencia, peligroso y denigrante en contra de los dominicanos, que nos presentamos frente al mundo como individuos salvajes. Vivimos en una selva con el predominio de la ley del más fuerte.

Hasta ahora el rumbo de la campaña electoral es preocupante por la insistencia del presidente Mejía de buscar adeptos a su alicaída causa reeleccionista en base a insultar y gritar más fuerte contra todos sus oponentes. Esto obliga, a sus principales adversarios, a utilizar un lenguaje flamígero, que vaya a tono con los ataques que a veces hieren fibras muy íntimas de las personas que les afectan su integridad como ser humano.

Ya nadie se acuerda que en una campaña electoral es para promoverse frente a los electores ofertando un programa de gobierno creíble y que pueda sacar al país de su estancamiento y viaje precipitado hacia la pobreza. Se ha preferido el camino fácil, que tanto le gusta a muchos dominicanos, el destriparse unos contra otros, aireando las cosas más feas de cada quien. Se recurre a personajes libelistas dispuestos siempre a servir de comparsa a quien le pague más para destruir honras y creer que así eliminan a sus rivales.

El llamado a la cordura, que muchos sectores están haciendo, que es pregonar en el desierto, no ha tenido respuesta de los adversarios políticos ya que su interés actual es de ver como su rival explota. Así se presentaría ante el país como inestable y peligroso. Pero se enlodan reputaciones en base a falsedades para ocultar el mal gobierno realizado creyendo que podrían hacer olvidarle a los dominicanos sus padecimientos por una conducción desacertada y errática en que la sombra de la corrupción cubra a un amplio sector de la vida política nacional.

El dominicano no espera que con insultos se gobierne y que los mismos sacarían al país del hoyo donde lo han llevado las actuales autoridades que pretenden justificarse como si todo fuera una herencia de errores del pasado y ellos presentarse como incapaces de solucionar la crisis y hasta se cubren con la misma para aspirar a que le den otra oportunidad de continuidad a sabiendas, como lo demuestran las encuestas, que ya está bueno de mal gobernar al país que en agosto del 2000 fue entregado en buen estado y con la esperanza del país en aquel entonces de que el presidente Mejía y su PRD se resarcirían de la mala creencia e ellos no saben gobernar, y que todo lo bien hecho, lo destruyen.

El país ya no quiere continuar oyendo discursos de insultos y ataques personales de cual es menos malo y cual es más honesto. Los dominicanos queremos saber de la realidad y la objetividad de los programas de gobierno que frenarían el colapso económico. A la vez, conocer de cómo se implementaría la recuperación y establecer un estricto programa de austeridad y racionalidad en el gasto público, llevando la nómina de asalariados gubernamentales a niveles manejables, alejado de la ineficacia actual de tantos compañeritos recibiendo dos y tres salarios y sin llevar a cabo ninguna labor productiva.

Y a veces tantos insultos ocultan la realidad del malgasto del dinero público, concediendo exoneraciones increíbles u otorgando prebendas que enajenan el patrimonio del país, ya fuera para construir hoteles o para administrar facilidades portuarias. Incluso la maniobra de atraer rivales políticos del mismo partido seguramente no fue un gracioso desprendimiento sino que estuvo envuelto, aparte de que algunos cuadros recibieron prebendas, los recursos del Estado. De esa manera se obtuvieron adhesiones y se acallaron rivalidades, con tal volumen de concesiones, que afectarán los recursos públicos, dejando muy maltrechas las arcas estatales para atender sus más perentorias necesidades tal como se reflejó en el gasto presupuestario de enero, de que casi todo fue para cubrir los llamados gastos corrientes.

Los estrategas del reeleccionismo consideran que con haber reducido los apagones, el estar inaugurando obras, muchas inauguradas anteriormente, o abasteciendo los hospitales de medicina, van a cambiar la decisión de un pueblo, engañado y golpeado de una forma u otra, por los insultos presidenciales, ya que por su fe democrática, espera el 16 de mayo para dar a conocer su deseo del cambio, sin recurrir a la violencia cívica.

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