Integración al mercado es mayor desafío democracia

Integración al mercado es mayor desafío democracia

POR GERMAN MARTE
El mayor desafío de la democracia en América Latina es cómo manejar su integración al mercado internacional para poder mantener un crecimiento económico sostenido, al tiempo de atenuar sus problemas de pobreza y de disminución de ingresos.

La afirmación la hizo ayer el politólogo estadounidense Jonathan Hartlyn, quien está en el país invitado por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE).

«El gran desafío de la democracia es pasar de una democracia electoral -que de por sí es un logro muy importante- a una democracia de estado de derechos», sostuvo el catedrático.

Explicó que una democracia de estado de derechos es aquella en que hay una buena relación equitativa entre las tres ramas del gobierno, donde hay un estado verdaderamente democrático y donde el Estado puede de verdad implementar políticas sociales.

Con un modelo de crecimiento económico y un Estado organizado se puede hacer mucho por disminuir la pobreza en los países de la región, afirmó el profesor Hartlyn.

Empero, acotó, para alcanzar mejoría en la distribución del ingreso, se requiere una sociedad civil mucho más organizada que pueda demandar las políticas sociales que de verdad redistribuyen, «con relación a la disminución de la pobreza, yo sí creo que se puede hacer mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora».

Destacó que Latinoamérica es la región con los ingresos más concentrados, es decir, donde hay mayor desequilibrio, «es la región más desigual del mundo».

Y para manejar esa situación, indicó, es necesaria una sociedad civil organizada, estados eficaces, instituciones políticas fiables y, ante todo, partidos políticos que puedan manejar la relación entre el Estado y el sistema internacional, por un lado, y entre el Estado y la sociedad.

Hartlyn es catedrático y director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Carolina del Norte, Cape Hill. Está en el país invitado por la Fundación Global Desarrollo y Desarrollo (FUNGLODE) donde dictará la conferencia «Reformas Políticas Pendientes en República Dominicana», hoy a las cinco de la tarde en el auditorio de esa entidad. El evento es abierto a todo público.

De acuerdo con Hartlyn, los regímenes democráticos surgidos tras el fin de la Guerra Fría, sorpresivamente, han sido fáciles de mantener, y no se han producido muchas regresiones autoritarias.

Sin embargo, observó, estos regímenes no han sido consecuentes de lo que se había esperado; en consecuencia, en la región hay un equilibrio muy parcial y muy inestable.

Indicó que ya en varios países de la región ha habido reacciones ante las frustraciones frente a esa situación y se observan democracias inestables, gobiernos que no terminan sus períodos constitucionales.

CIRCULOS VICIOSOS Y VIRTUOSOS

A juicio del catedrático estadounidense, la democracia latinoamericana tiene círculos viciosos y círculos virtuosos.

Y ante esa realidad, sostiene, el gran desafío de las democracias de la región, incluyendo la dominicana, es cómo crear nuevos círculos virtuosos donde hay círculos viciosos.

Hartlyn indica que hay círculos viciosos allí donde hay una sociedad muy desigual, fragmentada y que insiste en algún empleo, aunque sea malo, frente a partidos clientelistas. Y a propósito recordó que un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que República Dominicana es el país más clientelista de América Latina.

Obviamente, subrayó, los partidos políticos dominicanos son organizaciones con mucho clientelismo, de esto se desprende que los dominicanos cuentan con instituciones políticas que no juegan su rol dentro de la democracia y con un Estado muy erosionado debido a la corrupción, el clientelismo y al patrón de patrimonialismo que hay, y esto crea un círculo vicioso, donde cada elemento juega un rol en corroer la democracia.

El círculo virtuoso, en cambio, sería uno en el cual hay una sociedad civil mejor organizada, democrática y activa, no necesariamente con una fe ciega en las instituciones democráticas, sino una que puede ser bastante crítica  frente a las instituciones, porque reconoce que en algunos casos todavía no juegan todavía el rol que deberían jugar dentro de la democracia política.

Asimismo, implica la existencia de partidos políticos más organizados, más democráticos internamente, con más ofertas programáticas;  instituciones políticas con voluntad de jugar el rol que tiene que asumir, como el caso del Congreso frente al Poder Ejecutivo. Ese círculo vicioso, de acuerdo con Hartlyn, amerita también de un Poder Judicial más independiente y autónomo, y un Estado capaz de implementar programas sociales y sostener un estado de derecho democrático.

Hartlyn destacó que la sociedad civil, los partidos políticos, el Estado y las instituciones políticas son elementos autónomos, pero complementarios «y para tratar de mejorar la democracia no hay que pensar que solamente uno de ellos es el instrumento más importante».

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