Integración hacia adentro

Integración hacia adentro

Todo Estado debe identificar, defender y gestionar con visión estratégica sus intereses y el de sus sectores productivos frente a otros Estados. Cuando falla en esa función genera grandes perturbaciones.
Recién entramos al Congreso en 1994 vivimos la experiencia de la aprobación festinada del Acuerdo que instituyó la Organización Mundial del Comercio. Se firmó al concluir la Ronda Uruguay, de la que estuvimos ausentes. De inmediato, el gobierno se vio forzado a salir por el mundo a rogar que nos dieran oportunidad de proteger algunos rubros agropecuarios sensibles.
Después, presidiendo la Comisión de Industria y Comercio de la Cámara dimos seguimiento a las negociaciones del DRCAFTA. Por tener serias aprensiones sobre sus efectos futuros, sometimos y logramos aprobar una resolución ordenando un estudio de impacto con la CEPAL u otra entidad acreditada. Era un ejercicio de responsabilidad, ya que se trataba del acuerdo comercial más importante de la historia de la República. Pero intereses creados impidieron la ejecución del estudio, y el Congreso fue conminado a ratificarlo sin dilaciones ni aclaraciones.
El argumento decisivo era que por malo que resultara, quedarse fuera no era opción. Solo algunos legisladores rechazamos aprobarlo en esas condiciones. No puedo olvidar lo que me dijo el Embajador Hertell, en un encuentro informal: “Apruébenlo, ¡es que no se dan cuenta que la existencia este país depende de ese acuerdo!”
Aunque mejor negociado, y con mayores mecanismos de compensación, el EPA con Europa también fue ratificado más rápido que en seguida, a pesar de contar con algunas cláusulas relativas a integración y libre movilidad de personas, que resultaban inquietantes.
En todos esos casos, quedaba claro que un proceso de apertura e integración a espacios supranacionales solo nos podía aprovechar si se hacían los esfuerzos necesarios para una aplicación y monitoreo cabal de los acuerdos; pero, sobre todo, dándole apoyo sostenido a los sectores productivos para mejorar su competitividad y auspiciar la reconversión de aquellos que inevitablemente serían afectados. Sin una buena integración hacia adentro es muy difícil que una nación como la nuestra pueda triunfar en el comercio internacional.
Es ahora que viene a conformarse una comisión de evaluación del DR CAFTA, luego de años de reclamos en ese sentido. Los mecanismos del acuerdo nunca se activaron plenamente.

Ni hablar de la ausencia de planes en favor de los sectores potencialmente perjudicados como, por ejemplo, el importante sector arrocero. ¿Tenemos tiempo de prevenir una debacle en los próximos años? Se han perdido muchas oportunidades para hacer lo correcto.

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