Integración ¿por fin?

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Hace precisamente tres semanas publiqué un artículo en que señalaba que algo “que no se había hecho” en política exterior era acabar de tomar la decisión firme de insertarnos en procesos de integración regionales. Después de oír en el discurso del Presidente Danilo Medina lo que sería su ejecución en política exterior parece que, por fin, la República Dominicana dejará de ser el único país que no participa plenamente en ningún mecanismo de integración.

Por años he estado escribiendo decenas de artículos, dictando conferencias así como en otros ejercicios profesionales e intelectuales desde la posición de Presidente de la Fundación Pro Integración y Desarrollo – FpID -, función que ejerzo desde hace 15 años, llamando la atención sobre el hecho cierto de que para nuestros países la integración es el camino indefectible para alcanzar un verdadero desarrollo. Algunos en este país, señalaba en el artículo “Percepciones controversiales sobre la integración” publicado hace cuatro años, se desvelan ante la mención del tema, ya sea desde la “diestra” o la “siniestra”. La integración en América Latina y el Caribe, si bien es un acto que fortalece un poder de negociación independiente, es esencialmente el reconocimiento de una opción de desarrollo y no un instrumento para enfrentar a nadie. Sin embargo, nuestra integración sí nos brinda una trinchera, excepcionalmente efectiva, para atacar el atraso y la pobreza. Un ex canciller colombiano, Ramírez Ocampo, dijo en una ocasión que había que “ponerle pueblo” a la integración en el sentido de que los mecanismos existentes tenían que buscar efectos sociales para que las sociedades hicieran suyo el objetivo. Cuando el liderazgo regional firma acuerdos integracionistas, aun haciéndolo de buena fe y no demagógicamente, cuando se sientan en sus escritorios lo que enfrentan son las presiones derivadas de los compromisos con los actores internacionales y nadie reclama por los deberes integracionistas.

La región se ha dotado, desde hace 50 años, de diferentes instancias de integración y hay países que están en más de uno. Hay dos mecanismos, de marcada presencia subregional, en lo que es nuestro “mercado natural”, el Gran Caribe, CARICOM y el Sistema de Integración Centroamericano, SICA, donde no debiéramos demorar  más tiempo nuestro ingreso pleno – algunos creen erróneamente que somos miembros -. Entre otros, también esta ALADI, la Asociación Latinoamericana de Integración, de alcance continental, comprendiendo toda Sudamérica, México, Cuba y Panamá. No ignoremos que también nos bordea la Alternativa Bolivariana – ALBA – sin lugar a dudas con mayor sesgo ideológico ya que en el se encuentra la “izquierda” regional, aunque no todos tienen idéntico perfil. Este mecanismo tiene una mayor proyección social y participamos en uno de sus instrumentos, PETROCARIBE.

 Reconociendo que integrarnos es un deber ineludible, las nuevas autoridades deberán decidir el mejor camino a emprender, teniendo en cuenta que hace 120 años José Martí alertaba de que lo que Bolívar dejo sin hacer, pendiente estaba aún en América. En la región falta profundizarla pero en RD está aún pendiente la acción, la integración.

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