Integración versus integración

Integración versus integración

La integración, gran tarea pendiente latinoamericana y caribeña, es el único recurso que nos puede garantizar un desarrollo real de nuestras economías y del nivel de vida en nuestras sociedades. Políticas económicas más o menos exitosas pueden proporcionarnos determinados niveles de crecimiento, pero un verdadero desarrollo, en el cual elevemos el standard de vida solo lo podremos lograr cuando estemos en condiciones de introducir cambios sustantivos en el actual orden económico internacional, ahora llamado globalización.

Si en definitiva vamos a tener que vivir con “eso” llamado globalización tendremos que esforzarnos para ajustar los efectos de la misma, lo más posible, a nuestros propios intereses. No es un sueño; podemos hacerlo, pero la única forma de alcanzarlo es reforzando nuestro poder de negociación para introducir los ajustes imprescindibles para poder avanzar por un sendero consecuente de desarrollo. Así, de paso, nos estaremos forjando el espacio de respeto regional e internacional que merecemos. 

En más de una ocasión he señalado que nuestra falta histórica es no haber sido consecuentes con el legado bolivariano y martiano, así como de la inmensa mayoría de nuestros próceres que viviendo y luchando en tiempos bastantes iniciales fueron capaces de ver lo ineludible, en una proyección histórica, de la integración regional. Hoy, muchos de nuestros políticos eruditos tienen la suficiente miopía geopolítica para no visualizar de manera acertada nuestras verdaderas opciones históricas y pretenden ilusionarse con supuestas aventuras histriónicas. 

El esfuerzo de integración que se inició en la década de los sesenta del siglo XX naufragó por varios errores de concepción pero uno de ellos, fundamental, fue que no se buscó un efecto decisivo en lo social ni logró involucrar a la población en esa meta. El ex-canciller colombiano, hombre de derecha, Ramírez Ocampo, expresó en una ocasión que “hay que ponerle pueblo a la integración”. En esa percepción, de todos los esquemas regionales, el que más había avanzado en esa dirección era la Comunidad Andina. 

Sin embargo, hoy, el mayor énfasis lo está haciendo el proceso denominado ALBA, Alternativa Bolivariana para las Américas, que promueve Chávez.  Esa estrategia de integración se ha centrado, por un lado, en el petróleo y la energía como pivote del esfuerzo integracionista, y por otro lado, en buscar efectos sociales positivos a nivel de toda la población. Quien no se percate de lo inteligente y bien pensado de esa estrategia va a tener un despertar abrupto. ¿Se nos olvida que en la Unión Europea, quienes más han avanzado en integración tomaron como eje de la misma, con gran éxito, el carbón y el acero?

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