Para el investigador Sebastian Thrun, fundador de la empresa Kitty Hawk enfocada en desarrollar autos voladores, nos enfrentaremos al escepticismo de las futuras generaciones, “Solo dirán lo ineficiente, riesgoso y agresivo al medio ambiente, cuando nos veíamos conduciendo autos”.
Es probable que ya nos enfrentemos a alguna mirada de incredulidad de cómo podíamos trabajar sin internet, sin asistentes de voz, sin aplicaciones que nos permiten transitar por las ciudades. La combinación de tecnología, procesamiento y correlación de enormes volúmenes de datos y continuo monitoreo de patrones es lo que ya se conoce como Inteligencia Artificial (IA) y -sin duda- se ha convertido en uno de los aspectos de mayor impacto y dinamismo ya aplicado, en el momento en que pensamos o pretendemos entender el futuro.
Si bien China y Estados Unidos son los países que están marcando la pauta sobre el uso y aplicaciones de IA en aspectos que ya moldean nuestra vida: comercio, compras en internet, atención predictiva a clientes, servicios financieros, servicios médicos de salud y muy variadas formas de entretenimiento; no son los únicos países que analizan, desarrollan e implementan nuevas soluciones y aplicaciones de esta plataforma algorítmica en servicios públicos, transporte, logística, salud o comercio.
Un ejemplo notable en el desarrollo de AI, es Tel Aviv (Israel): un punto de referencia pues ya es considerada una incubadora de talento en IA: no solo son las 140 nuevas empresas que se establecen anualmente enfocadas en cómo implementar esta tecnología. En esta ciudad ya se encuentran desarrollando circuitos de prueba para los autos voladores, con miras a convertirse en la primera ciudad en contar con este medio de transporte, totalmente eléctrico y sin necesidad de una certificación como piloto experimentado. Un sistema experto georeferenciado realiza prácticamente todo el trabajo de navegación.
Estonia es otro referente. A pesar de ser un país joven -con apenas 27 años de existencia- es considerado como el gobierno más digitalizado, literalmente un país virtual. Su sistema nació a partir de la necesidad de sobreponerse de la crisis post-independencia, lo que le ha permitido crear un estado democrático e innovador, que ha sabido aprovechar el potencial de la nube y procesos digitales, para la integración, cuidado y aplicación de datos para convertirla en una nación digital, en donde todas las áreas de interacción humana están asistidos por algoritmos de software.
Una de sus grandes propuestas es la implementación del proyecto “once only”, el cual parte de la premisa que un ciudadano está comprometido -una y sólo una vez- a dar sus datos personales, considerando que es obligación de las distintas dependencias e instancias gubernamentales almacenarlos, cuidarlos, intercambiarlos y utilizarlos conforme sea necesario, o de acuerdo a los diversos propósitos de la vida ciudadana, salud, movilidad, actividad económica, seguridad, etc.
Así, esta nación ubicada en el norte de Europa, con 1.3 millones de habitantes; -la primera en declarar el internet como un derecho humano-, ha logrado obtener una clara mejoría y equidad en el nivel de bienestar de sus ciudadanos.
El bienestar es uno de los elementos primordiales al momento de desarrollar soluciones. Un ejemplo es el del aeropuerto de Menorca en España, con su proyecto piloto para automatizar los procesos de identificación de los pasajeros con sistemas biométricos de reconocimiento facial, con lo que se podría omitir el uso del pasaporte, además de optimizar los tiempos en los filtros de seguridad y de abordaje.
¿Y en Latinoamérica? La región tiene buenas expectativas, se calcula que la adopción de distintas soluciones de IA repercutan en el crecimiento de hasta 4.5% del PIB anual de la zona, según el estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para el Crecimiento y la Equidad (CIPPEC) sobre «Inteligencia Artificial y Crecimiento Económico: Oportunidades y Desafíos para América Latina».
México se incorporó en 2018 al grupo Digital 9 o D9, que contempla a los gobiernos más digitalizados a nivel global, junto con Estonia, Israel, Nueva Zelanda, República de Corea, Reino Unido, Portugal, Uruguay y Canadá, todos con el objetivo común de compartir mejores prácticas para identificar cómo proveer el mayor bienestar, equidad e igualdad de género a sus comunidades.
Aún es incierto el alcance e impacto de la IA en el futuro. Lo cierto es que cada vez son más los países interesados en su dimensión social para alcanzar mejores coberturas en sistemas prioritarios como sanidad, inclusión financiera, despliegue acelerado de la cultura y educación, prevención de riesgos, acceso a servicios gubernamentales, difusión cultural, uso y cuidado eficiente de recursos naturales, etc., para aplicarlos a un mayor bienestar dentro de ciudades y comunidades inteligentes asistidos por IA.
Estamos ante un nuevo paradigma que está siendo aplicado en todos los ámbitos de la actividad humana y crea un nuevo modelo para el mundo. La infraestructura digital y la Inteligencia Artificial son piezas fundamentales clave que los países están considerando absolutamente estratégicas para su prosperidad sostenible.
Quizá en el futuro también miremos con incredulidad aquella época en que no teníamos la forma de procesar inimaginables volúmenes de información que nos permitieran anticipar una enfermedad, predecir un evento de riesgo, incluir a toda una sociedad equitativa e igualitariamente, movernos más seguros y rápidos, eliminar todo desperdicio, distribuir homogéneamente todos los servicios y cuidar nuestro valiosísimo entorno.
Los caminos de la infraestructura digital y la Inteligencia Artificial se enfocan en construir una mejor calidad de vida, para todos, donde el ser humano es asistido por algoritmos especialistas de Inteligencia Artificial, que le asistirán en un sin fin de tareas, tal como alguna vez las máquinas de la revolución industrial lo hicieron.