El mundo moderno debe a la ciencia y a la tecnología gran parte de su desarrollo. Basta solamente imaginar lo que significó para Europa la imprenta de Gutenberg y la máquina de vapor de James Watt. En medicina el descubrimiento de la anestesia llevado a cabo por el dentista Horace Wells en 1844, seguido del descubrimiento de los Rayos X realizado por Wilhem Roentgen en 1895 significaron saltos cualitativos muy importantes. Agregaremos el inicio de la Era antibiótica a partir de la identificación de la penicilina por el escocés Alexander Fleming en 1928. Tendríamos que sumar el uso moderno de las técnicas estadísticas y las metodologías en la investigación de las causas de las enfermedades abarcando todo el siglo XX y lo que va del XXI. El enfoque dinámico de la evolución humana contemporánea nos permite ver el camino andado en el tiempo, los logros obtenidos y su ritmo, con lo cual podemos hacer proyecciones y predicciones futuras acerca de la ruta que seguirá la dinámica promocional de la salud. Conjuntamente se pueden implementar técnicas preventivas y de terapia temprana de viejas enfermedades, amén de las nuevas afecciones hijas de la contaminación ambiental, calentamiento global, de las guerras y del hambre. Con sólo echar una simple mirada retrospectiva de seis décadas, enfocada en la facultad de medicina de la Universidad de Santo Domingo podemos ver a un bachiller en los laboratorios con frasco conteniendo su orina y agregando unos reactivos para determinar si contenía albúmina o azúcar en exceso. Poco tiempo después con una simple cinta de papel impregnada con diferentes ingredientes se podía conocer el grado de acidez o alcalinidad de la muestra, presencia de sangre, acetona, glucosa, bacterias, bilirrubina y otras substancias.
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Haciendo un inventario en el año 2024 notamos que ya no existe una Facultad sino una Escuela de Medicina y que nuestra Alma Mater pasó a llamarse Universidad Autónoma de Santo Domingo. Los egresados de ayer interrogamos a los enfermos para construir una historia clínica, llevábamos a cabo un examen físico del o la paciente que incluía inspección, palpación, percusión y auscultación corporal. Una vez concluido esa labor se formulaba una propuesta diagnóstica y se indicaban ciertas pruebas de laboratorio y/o radiografías para confirmar la certeza de la enfermedad sospechada.
En el siglo XXI la Europa del norte juntamente con los Estados Unidos manejan a sus enfermos a través de extensas analíticas y estudios de imágenes, insertando cada vez con mayor frecuencia la automatización de los servicios, incluidos los programas de inteligencia artificial y una extensa farmacopea. La cirugía laparoscópica y la robótica tienen un creciente uso. La depresión crónica, obesidad mórbida, la hipertensión arterial, diabetes mellitus y la enfermedad coronaria son las dolencias más comunes de la gente adulta y de los envejecientes. Los programas de enseñanza de las Escuelas de Medicina deben insertar desde su primer año la asignatura de informática e inteligencia artificial puesto que los antiguos pacientes ahora convertidos en “clientes” están siendo manejados con protocolos y expedientes electrónicos. Menos contacto físico real y más interacción virtual es lo que muestra el horizonte cercano. A cada síntoma una píldora nos ordenan los programas de redes neuronales en salud.