Inteligencia emocional y disciplina para la familia

Inteligencia emocional y disciplina para la familia

Definitivamente toda pareja que desea convertirse en padres sueñan con poder criar hijos maravillosos, obedientes, independientes, pero amorosos, no violentos, estudiosos  e inteligentes. ¿Quién no sueña con hijos virtuosos?, creo que mentirían los que se negaran a pertenecer a este grupo.

Lamentablemente “del dicho al hecho hay mucho trecho”, como indica el conocido refrán, por que es lindo desearlo y muy distinto conseguir los resultados esperados, por que la mayoría de los padres y madres no cuentan con las herramientas para construir  un modelo exitoso de familia.

El poco tiempo de que disponen los papás modernos, sumado al acceso a información de todo tipo, por parte de los niños, hacen sin duda la tarea un poco más cuesta arriba.

De todas maneras, no es razón para desalentarse, ni actuar con pesimismo, evitando traer bebés al mundo, por puro temor a no hacerlo bien, pues hay profesionales con amplísima experiencia que pueden ayudarle a transitar en ese camino y por supuesto facilitarle mediante estrategias fáciles y estudiadas cómo alcanzar las metas.

No tenga miedo, tenga la seguridad de que tiene toda la capacidad para conseguirlo, basta con que decida que lo logrará; son muchas las formas con las que pueden desarrollarse las habilidades para transmitir valores, inculcar hábitos, fortalecer la autoestima, corregir comportamientos y establecer relaciones buenas y sanas con los hijos (as). Así que aunque lo ideal es comenzar en esta formación desde que los hijos recién han nacido, puede sumarse y conseguir resultados positivos aunque hayan transcurrido algunos años.

Según el especialista cubano Orlando Terré Camacho, reconocido a nivel internacional y quién nos acompañó en el Curso Internacional coordinado por el Periódico Hoy y avalado por la Organización Mundial de Educación Estimulación y desarrollo Infantil y la Asociación Mundial de Educación Especial en el marco del mes de la familia, nos orientó a:

– Compartir experiencias con otros padres.

– Retomar elementos de la educación dada por nuestros padres.

– Aprender de los errores y aciertos de los otros.

– Conocer a los hijos.

– Confiar en las propias capacidades como adultos.

– Darle ejemplo a los hijos en el control de las emociones negativas.

– Dedicarles tiempo con calidad.

Esta es la base para conseguir que el niño (a) confíe en sí mismo  y crezca siendo independiente, imaginativo, sereno, amable y sobre todas las cosas desarrolle su propia personalidad.

La clave

Más allá de las anécdotas médicas, las pruebas de la importancia clínica de las emociones han aumentado. Tal vez los datos más evidentes de la importancia médica de la emoción surgen de un análisis que combina resultados de 101 estudios en uno solo más amplio, de varios miles de hombres y mujeres. El estudio confirma que las emociones perturbadoras son malas para la salud, hasta cierto punto. Se descubrió que las personas que experimentaban ansiedad crónica, prolongados períodos de tristeza y pesimismo, tensión contínua u hostilidad, cinismo o suspicacia implacables, tenían el doble de riesgo de contraer una enfermedad.

La disciplina en el escenario de familiar

Para conseguir el éxito  esperado por nuestros hijos un detalle de relevancia es la autoridad que significa sostener para crecer, así lo explica Orlando Terré C. su libro Neurodesarrollo Infantil donde señala que:  “En su sentido propio y riguroso, la autoridad se ejerce cabalmente en función de la libertad”.

¿Cómo lograr que se comporte mejor?

Ayudar al niño comportarse de manera adecuada es una aspecto que preocupa mucho a los padres, ejercer la disciplina es una de las labores más importantes que se deben desarrollar para ayudar al niño interiorice poco a poco límites y normas necesarias para la convivencia y las vuelva parte activa de su comportamiento general.

El propósito de la disciplina es enseñar a los niños (as) comportamientos aceptables, para así tomar decisiones prudentes y acertadas cuando se encuentren frente a disyuntivas o dificultades. Disciplinar a los niños puede ser una tarea difícil, además de que requiere dedicación, paciencia y mucho afecto. 

Las razones para disciplinar son numerosas.  proteger a los niños del peligro, ayudarles a entender los límites, a pensar, a actuar de manera ordenada, a entender las consecuencias de sus propias acciones, a aprender las reglas comunes con las que todos conviven como el respeto a la propiedad ajena o a aprender los valores que se encentran en su familia y en la comunidad. El punto medio en la buena crianza radica en tener claridad acerca de los valores que se quieren inculcar; establecer unas reglas sencillas y comprensibles por el niño y transmitirlas con afecto y firmeza.

Ponerle límites al tiempo que se estimula en el niño el desarrollo de la capacidad para la toma de decisiones y la capacidad para ser más autónomo e independiente. Es esencial que los padres deban tener una actitud sin autoritarismo, pero firme y con respecto a la dignidad del infante.

Es importante para el logro de una disciplina fortalecida cumplir tres elementos básicos.  Hablar claridad y negociar  en todo momento, respaldar con hechos toda propuesta que le hagamos al niño y establecer una dinámica justa entre quienes coparticipan en la educación del niño.

El especialista recomienda a los padres evitar ciertas actitudes a la hora de manejar a los hijos, de esta manera evitará una predisposición natural a lo que los padres dictarán como norma y  facilitará que los niños y jóvenes respeten a sus papás, aunque éstos los disciplinen.

1. Respuestas o indicaciones con inseguridad.

2. Afirmación inefectiva.

3. Hacer un alto grado de preguntas.

4. Rogar.

5. Ignorar la desobediencia.

6. Respuestas o comentarios hostiles o agresivos.

7. Amenazas sin contenido.

8. Penitencias excesivas.

9. Castigos físicos.

Póngalos en práctica y verá resultados positivos de los que siempre estará agradecido.

Más sobre el doctor Terré

El doctor Orlando Terré, nació en en un pequeño pueblo llamado Calabazar de Sagua, en la provincia central de Cuba, Villa Clara un 19 de Junio de 1962. Se formó en Moscú-Rusia, junto a un grupo de discípulos de Vygotsky, Luria y Leontiev.  Tiene dos hijos, David y Diego Terré. El  Voleibol es su deporte favorito y su hobby predilecto es leer.  Es Defectólogo, con distinción “master of arts of Education”-Universidad de Moscú-Rusia. Master en Ciencias de la Educación- Universidad Pedagógica de La Habana.

Diplomado en Neuropsicología Infantil-Universidad de Barcelona- España.

Cursos de Postgrado en diferentes temáticas-CELAEE-CUBA. Especialista en Estimulación y  Educación Infantil-CIAEE-Madrid-. Postgrado en Educación Especial–Universidad de Murcia.   Educación Postgraduada en Psicomotricidad Infantil-Murcia. Candidato a Doctor en Ciencias –Universidad de la Habana-CUBA. Post-título en Asesoría en Estimulación Temprana- Universidad Santa Paula-Costa Rica.  Profesor Invitado de Maestrías de Universidad de Cuyo-Mendoza-Argentina y Maestría en Estimulación Temprana-Universidad Santa Paula-Argentina.

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