Inteligencia para ganar y para perder

Inteligencia para ganar y para perder

En este momento post elecciones, existen personas eufóricas, oxigenadas y placereadas, después de haber ganado unas elecciones. Otras estarán dolidas, con el ánimo decaído, triste, un poco desanimado. Algunas personas estarán reflexionando, cuestionando la inteligencia, la memoria y la madurez de la sociedad dominicana. Para algunos, lo que ha pasado es un aprendizaje, una vivencia o lectura del costo emocional, material y espiritual que se invierte para hacer presencia, ponerse en contacto con la sociedad, los grupos, las personas, los amigos; con los que ayudan y los desayudan o simplemente no invierten para empujar, si no hay gratificación inmediata.
Cada proceso, cada pérdida deja su duelo y su aprendizaje. Como dice al doctor J. Tilghman: un optimista es aquel que sabe cómo sacar sol y alegría de un día nublado y triste.

Para conocer las variables que inciden en la derrota o en la victoria, hay que aprender a tomar distancia para poder reflexionar; para que en plena calma escuche su voz interior, su conciencia, y así pueda identificar sus obstáculos, sus riegos, las circunstancias que en ocasiones favorecen y las que no, pero nunca se culpe, no se juzgue, no busque culpables, solamente comprenda que existen procesos que no favorecen. Recuerde que la esperanza es la pasión de lo pasible, y lo posible se consigue con el día a día, con la sabia espera. Para comprender la sociedad dominicana hay que hurgar en la historia, en la patología social dominicana, en la construcción de la dinámica de los grupos. En todo proceso existe la posibilidad de competir, ganar, perder, posicionarse, exponer una imagen, crear una vía, labrar un camino, confirmar una fuerza, identificar debilidades y fortalezas. La victoria tiene enseñanza, la derrota también, pero todo depende con la inteligencia que se acepte. Es normal que nos formemos ilusiones, que abrasemos objetivos y metas en la vida, pero siempre debemos estudiar las posibilidades, las estrategias y la circunstancia desfavorables, pero recuerde que existe la palabra utopía y otra que se llama resiliencia. Recuerde que la gente que le teme al fracaso no arranca, no se mueve, no se expone, debido a que su psicología está derrotada, sus pensamientos están llenos de dudas, de imposibilidades; todo es oscuro, de visión de túnel, fatalista; olvidando que no se puede ser prisionero del fracaso.
Tanto en la victoria como en la derrota se debe usar la inteligencia: cognitiva, social, emocional y espiritual para saber qué hacer después de haber vivido la experiencia de competir. Ganar es una satisfacción, es un logro y una auto-gratificación de sueños, metas, propósitos, etc. Pero en la victoria la inteligencia emocional impone humildad, sencillez, inclusión y reflexión para sentir compasión y amor por los demás. En la derrota hay que dejar el enojo, la frustración, la envidia y la ira para reconocer la pérdida; para aceptar la realidad como es, no como la queremos ver; por supuesto, verla con la inteligencia emocional.
En toda esta experiencia hay cosas que aprender y madurar.
Pero no puede escuchar el chisme, ni a los chismosos; hay que dejar de escuchar a las personas tóxicas, los que dividen, intrigan, a los perversos y maledicentes. Una persona sabia escucha su silencio, hablar con su interior, recuerda las vivencias buenas y malas, y aprender para madurar. El camino es difícil, a veces nos queremos devolver, pero la historia nos dice que es mejor esperar. Pero no evite el duelo, no se impida llorar, no se impida reír, abrazar o aplaudir; deje fluir sus emociones, pero no pierda la inteligencia en ponerla a responder de forma equilibrada y racional. ¿Quién no ha perdido? ¿Quién no se ha expuesto? ¿Quién gana u obtiene victoria? Son las personas que hacen sus propios caminos, a través de las organizaciones. La inteligencia social nos enseña a saber qué hacer cuando otros no saben qué hacer; también nos adapta a las nuevas circunstancias. La emocional, nos enseña a reconocer nuestras emociones y lidiar con las emociones de los demás. La espiritual nos fortalece el sentido de la vida, de utilidad y trascendencia sin importar si ganamos o perdemos.
Para fluir en la vida, para construir una imagen creíble, confiable y trascendente tienes que ser en valores, en la derrota o en la victoria, pero la trascendencia se construye más allá de los procesos y de la circunstancias.

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