Intentemos un diálogo productivo

Intentemos un diálogo productivo

Viendo la foto del Presidente Bush reunido con los expresidentes vivos de los Estados Unidos, incluyendo el recién elegido Presidente Barack Obama, uno realmente concluye que la educación de un pueblo, su nivel cultural y político y la sabiduría  de sus dirigentes, hacen posible las cosas más inverosímiles. Hacen la diferencia entre el salvajismo que predomina en nuestras sociedades tercermundistas y la que caracteriza al mundo desarrollado. 

Esa convocatoria a un almuerzo fue realizada nada menos que por el Presidente más impopular en la historia de ese país y al que apenas le quedan 15 días en el cargo, lo que no fue óbice para que todos respondieran a su llamado y expresaran su complacencia.   

Cosas que en nuestros países parecen impensables en la menta predominantemente sectaria y retaliativa de nuestros dirigentes. En la creencia de que el poder es eterno y que jamás se pasará al lado opuesto. Hay que torturar a los opositores. Hacerle la vida imposible. Golpearlos y perseguirlos hasta que se rindan. Se ejercita el abuso de poder en su máxima expresión.  

Pero al margen de esta penosa realidad, surge un llamado al diálogo por parte de un Gobierno que nunca le ha hecho caso a nadie cuando se trata de administrar la cosa pública. Después de cuatro años y medio dirigiendo al país como le da la gana y a raíz del desmadre financiero de la pasada campaña electoral, la situación económica y social se ha complicado hasta tal punto que se hace urgente un diálogo nacional.

Y aunque a muchos dirigentes de la oposición este llamado les resulta sospechoso y hasta difícil de digerir, tienen que reconocer que es necesario hacer un esfuerzo para sentarse con el Gobierno y otras fuerzas vivas del país, para buscarle una salida a la precaria situación en que nos encontramos. Olvídense de eliminar el nuevo Metro o reducir los gastos superfluos y exorbitantes a que nos tiene acostumbrado esta administración. Pero aún así hay que apoyar el diálogo.

Habrá confrontaciones, momentos de frustración, deserción anticipada y hasta posibles acusaciones y contra-acusaciones de todo tipo, pero aun así es necesario que se dialogue y que de ese diálogo salga algo productivo. Algo que reestablezca un poco la confianza de los empresarios, agricultores, comerciantes, trabajadores, amas de casa e inversionistas. Señales que muestren un camino diferente pero más despejado y seguro.

Pero para que el diálogo sea productivo es necesario que la participación de organizaciones no gubernamentales, tenga mucho más peso que las del Gobierno y los partidos de la oposición.

 Es lo único que garantizaría que el diálogo no colapse y todo termine peor que como comenzó.

Es importante también que el equipo económico del gobierno muestre coherencia y respeto mutuo. Porque para nadie es un secreto las profundas diferencias de opiniones que existen en su seno.

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