El 15 de noviembre se reunieron durante 4 horas los presidentes de China y EEUU en la emblemática ciudad occidental estadounidense de San Francisco. La agenda, como era de suponer, era candente y el objetivo apuntaba a reencausar la relación bilateral hacia la cooperación, el respeto y entendimiento mutuo comprendiendo también, ineludiblemente, la coyuntura mundial. Oficialmente el ambiente fue cordial y distendido con Biden enseñándole una foto a Xi en EEUU en 1985 y, sonriente, asegurándole que había “cambiado” poco.
Aunque algunos medios gustan de describir esas cumbres bilaterales como si Xi fuese solo a oír lo que Biden, diga, lo cierto es que ambos oyen y se dicen. El líder chino fue directo al expresarle a su contraparte que la opción era clara: podían asumir una relación de cooperación mutua para juntos enfrentar los desafíos globales o EEUU continuaba con mentalidad de “guerra fría” profundizando la confrontación y agudizando los riesgos. Xi reiteró que China no tomará el “viejo camino de colonización y saqueo” ni buscará “hegemonía”, ni pretende exportar su sistema ni rebasar a EEUU; los buenos entendedores comprenden exactamente lo que quiso decir.
Puede leer: El síndrome antichino
Xi puntualizó cinco pilares en que deben basarse los vínculos mutuos: esforzarse en tener una “percepción adecuada” recíproca; manejo eficiente de los desacuerdos; fomentar cooperación ganar-ganar; ser consecuentes con su respectivo papel en el mundo; promover intercambios persona a persona. Xi recalcó que el mundo era suficientemente grande para las dos potencias. Insistió que EEUU debe cesar tanto los intentos por frenar el desarrollo chino como entrometerse en asuntos internos. Volvió a recordar que Taiwán representa una “línea roja” que es mejor no traspasar.
No obstante, las discrepancias, lograron 20 acuerdos destacándose retomar contactos de alto nivel entre sus fuerzas armadas, combatir el narcotráfico y cooperar frente al cambio climático y el desafío de la inteligencia artificial.
El mundo observaba esperanzado de que los dos colosos de nuestros tiempos limasen asperezas y contribuyeran a mejorar el entorno global. La parte china fue consecuente con esas expectativas durante y después de la reunión, la parte estadounidense, tan pronto terminó el encuentro lo daño insistiendo en calificar a XI como “dictador” algo que se vio en un video que sus colaboradores cercanos desaprobaron con movimientos de cabeza. Al siguiente día el Pentágono comunicó que seguiría armando a Taiwán. ¿Entonces?