Intento fallido

Intento fallido

Los dominicanos somos trabajadores, como el que más, respetuosos, organizados, estudiosos, inteligentes, educados, cumplidores, solidarios y, todo lo contrario. También hay ladrones, corruptos, arbitrarios, abusadores, violadores de las leyes, negociantes inescrupulosos patronos explotadores, tenemos todos los tipos de personas.
No somos diferentes de los criollos que pelearon y lograron la independencia en dos grandes jornadas de muchos años, de mucha sangre, de mucho dolor, de mucha muerte, de mucho valor, de mucha solidaridad, de mucha hermandad, de mucho arrojo. Somos los mismos.
Derrocado el gobierno, desfilaban las tropas victoriosas. Alguna gente se extrañaba por uno y otro participante en la procesión. Mira a Fulano, era funcionario del gobierno depuesto, aquel era un jefe en la aduana y así, hasta que un chusco comentó: son los mismos.
Sí. No podían ser otros. Era los mismos dominicanos. No cambiaba nada. Alguna que otra cara, pero en el fondo y en la superficie, eran los mismos.
Para resaltar algunas de las peores conductas de nuestra gente, Joaquín Balaguer preguntaba en 1961 dónde estaban los suizos que organizarían y dirigirían un gobierno democrático, respetuoso de la Constitución y las leyes.
Era un modo de defender la tiranía de Trujillo y denostar a la oposición que exigía cambios hacia la libertad.
En la borrachera que se produjo cundo se corrió la cortina que impedía que disfrutáramos de la luz, ocurrió igual. Hubo una que otra figura que no participó en el gobierno de la tiranía, pero, en el fondo y en la forma, eran los mismos. Quienes sabían cómo se manejan los hilos del gobierno eran los antiguos funcionarios de la tiranía.
La búsqueda del hombre nuevo, de un ser salido del laboratorio mental de enfebrecidos reformadores sociales, tiene como resultado lo que ocurre con las brisas de verano, que se desmayan a poco.
Con una y otra etiqueta, el sueño de perfección social es un objetivo de reformadores sociales que se aceleran, desesperados por la lentitud y la incomprensión de sus propósitos.
A pesar de todos los esfuerzos, no hay alquimistas capaces de hacer realidad sus sueños de crear seres políticamente asépticos, de una conducta rectilínea, de una honestidad acrisolada, de un patriotismo que parece perdido en otros siglos, cuando la nacionalidad hubo que imponerla a sangre y fuego.
Cuando se decidió fundar el Partido de la Liberación Dominicana se perseguía el ideal de que la Patria fuera dirigida, conducida, por una generación que se dedicara a trabajar para hacer realidad las propuestas de Juan Pablo Duarte.
Los resultados están a la vista. Bastó con que su gente oliera, guisara y probara las mieles del poder, para que salieran las peores cualidades de muchos de sus integrantes.
El chusco se levantó de la historia y gritó: son los mismos.

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