Interactuar ecológicamente

Interactuar ecológicamente

JOSÉ ENRIQUE BÁEZ UREÑA
Venimos de un pasado humanamente errado, a partir de un proceso industrial salvaje; y la prisa de vivir derrochando el presente nos conduce erróneamente a un futuro incierto, ambientalmente hablando.

Nuestra deuda con la naturaleza es eterna y, sin embargo, en el afán cotidiano de transformar sus recursos en fortunas individuales, nos hemos convertidos en sus peores enemigos. Gracias al progreso errado, el futuro de la humanidad podría ser peor que el pasado.

“Somos hoy testigos de primera mano de lo que podría ser el inicio de un retroceso de enormes proporciones en el desarrollo humano…” advierte el PNUD en su Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008.

No es compatible el estilo de vida insostenible de esta sociedad de consumo irracional con los propósitos de desarrollo humano sostenible que se plantean los objetivos del milenio.

La solución a los problemas de deterioro del medio ambiente, sólo será posible en la medida en que la conducta y las acciones del ser humano, y la sociedad como sistema, se orienten hacia la armonía obligada con las leyes y la capacidad bio-productiva de los diferentes procesos y los ciclos vitales que se suceden en la diversidad de ecosistemas existentes.

Cuando entendemos que un Ecosistema, es un complejo y dinámico sistema de comunidades vegetales, animales, humanas y de micro-organismos que interactúan ecológicamente entre sí y con su medio no viviente, estructurando una unidad dialécticamente funcional con capacidad de autorregulación; y observamos autocriticamente el actual comportamiento del ser humano como elemento inter e intradependiente del ecosistema como un todo, entonces nos damos cuenta que la situación es más grave de lo que aparenta.

Sobran evidencias desastrosas, en los últimos doscientos años, que nos indican que el ser humano no está interactuando ecológicamente con los demás componentes vivos del ecosistema planetario, ni mucho menos con el medio físico no viviente. Esta situación podría traer como consecuencia el rompimiento de esa unidad dialécticamente funcional con capacidad de autorregulación, que como sabemos es la garantía del desarrollo y evolución natural de los procesos ecológicos esenciales, que a su vez sirven de base a la estabilidad de la vida en la única casa habitable que hasta el momento conocemos.

Interactuar, intercambiar e interrelacionarnos ecológicamente como individuos y como sociedad, con todos y cada uno de los componentes del medio en que vivimos, es la única vía que nos puede conducir a perpetuarnos como especie y a disfrutar eternamente las maravillas de la naturaleza.

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