En época actual se habla de nuevos lenguajes y nuevas narrativas en la era de la convergencia mediática y la comunicación digital, dentro de la denominada “Aldea Global”, la cual fue pronosticada desde los años 70 por teóricos como McLuhan, quien especialmente se ha referido durante décadas a este ecosistema creado a partir de la aparición de los nuevos medios y redes sociales, para asimilarse conceptos de amplio espectro, como la multiculturalidad, de cara a las transformaciones y los impactos que han producido las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), en los estilos de vida de la gente, de cara a un contexto universal e integral.
Esta cosmovisión ha provocado debates en la comunidad internacional, académica y científica, así como en otros entornos sexistas y espacios socioculturales que han demandado la necesidad de adecuar los lenguajes de comunicación en la era convergente, a un contexto más “integrador e integrable”, considerándose este enfoque del mundo real y el mundo virtual, sin discriminación alguna, sin importar etnias, ideologías, religiones, sexo o preferencia sexual, entre otras variables de interés.
Hay otras tendencias en marcan la ruta del entendimiento común, tras considerarse parámetros y principios éticos universales a la hora de establecerse el diálogo entre los “stakeholders o grupos de interés” y, las audiencias interconectadas, como lo es “un lenguaje sin violencia”, que promueva la paz social y el bien hacer, tanto desde las distintas formas y medios de comunicación convergentes, como desde cualquier otro espacio de articulación social.
Los lenguajes inclusivos también suponen la adopción de terminologías basadas en un único idioma, interpuesto por la globalización y la internacionalización, a través del internet (y en este caso vale destacar los anglicismos), como “Community Manager”, concepto que no ameritaría traducción en ningún idioma o geografía en particular, por poner solo un ejemplo, entre otros términos que están siendo asumidos por la propia Real Academia de la Ciencia Española, los cuales podríamos enumerar dentro de un nuevo esquema mental y perceptivo entre los individuos, los sistemas, las redes y las máquinas.
Otro punto de encuentro lo produce la promoción y el uso de la “arroba” (@) como un signo integrador, el cual además de ahorrar espacios de digitación en cualquier “microbloging” u otros entornos virtuales, se considera un elemento inclusivo que toma en cuenta los diversos públicos, sin importan la “femineidad” o la adjetivación de la “masculinidad”.
Lo cierto es que, aunque este sigue siendo un tema de profundo debate y discusión en los diferentes escenarios internacionales, no menos cierto es que, esta nueva visión del mundo actual y por tanto de la #AldeaGlobal en potencia, está siendo promovida y establecida como un nuevo paradigma comunicacional, generado por la identidad y la transculturalidad, la mutación de idiomas y lenguas, así como en la gamificación de contenidos digitales, por lo que estamos ante una realidad innegable, la cual se nos impone, pero que no debemos perder de vista, para que sea asumida desde la semiología de la comunicación y la sociolingüística, aun con los retos y desafíos que nos tocan vivir de cerca; nos guste o no entenderlos, aplicarlos o no; porque se trata de otra mirada con mente abierta, la cual debe ser comprendida en su justa dimensión, con una perspectiva de cambio y construcción sistémica, dentro de la comunicología social. La autora es doctora en comunicación y educación digital.