Resulta ser que ésta es una de las frases que más le gusta usar a uno de mis compañeros de labores: “Lo esencial es invisible a los ojos”, frase es de la autoría del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. Pero me encanta ver como cuando se menciona, provoca cierta simpatía y satisfacción para quien la escucha, pero yo creo que más por lo bonito de la misma, porque no creo que en su mayoría profundicen en lo intrínseco de lo que dicha frase arropa. Sin embargo, muy interesante sería que pudiéramos ser capaces de interpretar que esta frase significa que el verdadero valor de las cosas no siempre es evidente.
La frase aparece en El principito, narración breve sobre la importancia del amor y la amistad. Es un libro dirigido fundamentalmente a niños, pero con una temática y una profundidad de reflexión que lo convierte en una obra de interés para todos, ya que su contenido ofrece una gama de temas muy profundos como el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida. La mirada superficial que a veces tenemos ante la realidad, impide captar los diferentes contextos profundos que pasan inadvertidos y que son fundamentales en la vida de las personas; y los seres humanos hemos olvidado esta verdad.
Esta frase, de origen francés en el año 1943, es una reflexión sobre el verdadero valor de las cosas, su verdadera esencia, porque en definitiva los ojos pueden engañarnos, pero no así el corazón. El corazón es capaz de diferenciar una rosa entre mil. Y es en ese sentido, que la frase nos invita a entender que debemos mirar más allá de las apariencias, a valorar las cosas por aquello que en realidad son, y no por lo que parecen.
Para lograr esto, se requiere educar nuestro interior, liberándolo de egoísmos para así poder captar las necesidades de los demás. Los otros días leía: “En ocasiones los miembros de las organizaciones ni siquiera saben lo que otros viven, sus anhelos y expectativas personales. Esta realidad es expresada con claridad por uno de los trabajadores: “Tratamos de hacer ungrupo de trabajo, pero nos dicen que no vamos a hacer amigos, solo les interesa nuestros resultados”. Parecería que dedicarse a abordar o atender ciertos temas trascendentes fuera una pérdida de tiempo creando una falsa oposición entre las necesidades de la empresa y las expectativas personales”, cualquier parecido con nuestra realidad, aún cotidiana, es pura coincidencia…
Sobre esto, compartía días atrás que como bien dicen: “No hay peor ciego que aquel que no quiere ver”, y la soberbia y la prepotencia es la que muchas veces nos hacen insensibles a las realidades de las otras personas. Y me decían que existen ciertos jefes que se creen dueños de la verdad y juzgan a las personas según sus propios prejuicios. En realidad, es frecuente caer en etiquetajes de diversos tipos calificando al trabajador como incapaz, irresponsable, o cualquier otra categoría que reduce al trabajador a un defecto o limitación sin ver sus potencialidades.
En cambio, en el diario vivir, pero sobre todo en el ámbito laboral, es común que al desarrollar un trabajo que exige mucha implicación y que afecta nuestra emotividad, a los aspectos más profundos de una persona, a menudo nos hagamos partícipes del sufrimiento ajeno. Por eso debemos trabajar no solo con nuestra inteligencia, sino también con nuestra intuición y con nuestra sensibilidad, recordando que lo único verdaderamente importante y esencial, es invisible a los ojos.