Interior y exterior

Interior y exterior

Ha corrido la voz de que el Ministro de lo Interior opina que conversaciones oficiales entre haitianos y dominicanos no deben continuar, a menos que establezcamos algunas “condiciones mínimas” para que el diálogo sea constructivo. Tratándose de una “comisión bilateral”, compuesta por funcionarios de las dos naciones, es obvio que los problemas presentan “dos caras”, con mucha frecuencia antagónicas. No debemos olvidar que en una ocasión el Presidente Leonel Fernández tuvo que salir a toda prisa del territorio haitiano, con grave peligro para su seguridad, protegido por militares de la RD. En los últimos tiempos han ocurrido sucesos ingratos en la frontera; estos hechos han erosionado las “buenas relaciones de dos países vecinos”.

Para conversar se necesitan dos bocas, dos micrófonos, dos representantes, algunas reglas de procedimiento parlamentario; y un poco de buena voluntad. A pesar de nuestra colaboración durante los días que siguieron al terremoto que tantos destrozos y muertos causó en Haití, las relaciones dominico-haitianas han empeorado. Pollos, huevos, plásticos, fueron motivos de confrontación y disgustos en el pasado inmediato. La universidad donada por el gobierno dominicano, según parece, es también otra fuente de inconformidad por parte de funcionarios haitianos. Los llamados “mercados binacionales” tampoco han operado con normalidad. A todo esto se añaden ahora problemas en los consulados y violaciones de espacios marítimos restringidos.

Las expresiones y actitudes del embajador de Haití en la RD dejan bastante que desear. Aquí entraremos en un tema fundamental para las cancillerías de ambos países. La Constitución dominicana dice que los límites de la RD, por el Oeste, son los fijados en el Tratado Fronterizo de 1929 y en su Protocolo de Revisión de 1936. Pero la Constitución haitiana no dice que los límites de Haití, por el Este, son los que establece ese mismo Tratado.

Tal si ellos jamás hubiesen firmado el Tratado, en su Constitución solo consta que al Este les queda un país denominado República Dominicana. Es como si el plano catastral del solar de mi casa dijese: “al norte, el vecino de atrás”, sin ninguna otra precisión. La principal cuestión “bilateral” es la frontera; la cancillería dominicana haría bien en colocar este asunto sobre el tapete. De manera que abarquemos “exterior e interior”.

 

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