Interpretación, distribución y conciencia

Interpretación, distribución y conciencia

POR COSETTE ALVAREZ
En estas mismas páginas leí una cita de Platón que decía, más o menos: «buscando el bienestar de los otros, encontramos el nuestro». Está demasiado claro que hemos interpretado muy mal ese pensamiento. No creo que Platón haya siquiera insinuado que el bienestar nuestro se fundamente en los por cientos de comisión, ni en el nunca bien ponderado renglón de imprevistos en los presupuestos de los programas de caridad, de ayuda, de «desarrollo». Me parece más factible que Platón haya querido decir «da lo que te gustaría recibir, que algo te llega» (probablemente, por otra vía).

Es que la vida te premia, te compensa o te castiga dependiendo de tu actitud hacia ella. Sin embargo, los seres humanos hemos venido utilizando nuestro libre albedrío para mal interpretar las leyes de la naturaleza, de la vida misma; también, para distribuir, no digamos las riquezas, sino las más elementales fuentes de supervivencia, de manera tal que quienes han ido a parar en su administración se ocupan con mucha dedicación de que al grueso de la población les dé mucha brega o preferiblemente no tengan el menor acceso a las mismas; y el más abominable de los usos de ese libre albedrío que hemos demostrado con creces no merecer, flexibilizar las conciencias de los menos y hacer bien rígidas las de los más, especialmente en términos de los conceptos del bien y el mal.

Dicen los estudiosos que desastres «naturales» como el reciente maremoto en Asia, se deben en gran parte a que el eje del globo terráqueo está fuera de su centro, entre otras, por el vacío dejado por las extracciones del petróleo, la explotación de las minas, la construcción de edificios altos y pesados y demás ocurrencias de nuestros genios. En otras palabras, a la depredación del planeta.

Pero si hay algo que no debería tener explicación es el hambre. Todo lo que necesitamos para alimentarnos, vegetal o animal, se reproduce de forma tal que no habría razón para carecer de nada. Es decir, son muchas las frutas que traen suficientes semillas como para hacer un cultivo numeroso (lechosas, mandarinas, naranjas, limones, etc.), pero incluso aquéllas que sólo traen una, se convierten en árboles capaces de reproducir cualquier cantidad de ese fruto, como los aguacates, los mangos. Muchos vegetales ni siquiera exigen un gran terreno ni el menor abono. ¿No han visto plantitas salir y vivir hasta en el cemento?

Del mundo animal, miremos los pollos y los cerdos. La vaca no tiene desperdicios. Los peces rinden tanto que hasta se alimentan entre sí, forman una cadena alimenticia. ¿Por qué hay indigentes? ¿Por qué hay hambrunas? ¿Por qué falta el agua para consumo humano? Por interpretación, distribución y conciencia, cual de las tres peor.

Mientras mejor conocemos las verdaderas intenciones, el verdadero plan de las clases poderosas, menos entendemos sus afanes. ¿Cómo puede una persona disfrutar de lo que tiene, por lo general mal habido, si no en el plano legal, en el plano ético, viendo tanta miseria a su alrededor? ¿Cómo se convive, cómo se duerme, sabiéndose en la opulencia y su vecino o una parte de su familia en la pobreza extrema? ¿Qué le hace pensar que tiene derechos que a los demás les están vetados?

Pasemos a los gobernantes. ¿Cómo ejercen el poder de esa manera, viendo a sus votantes desesperados de necesidades que les prometieron resolver sabiendo que no harían nada? No vayan a creer que me he vuelto más inocente de la cuenta con los años. Quiero insistir en estas cosas para que no se nos olviden, para que nos dispongamos a hacer algo, a incluir alguna acción entre nuestras resoluciones de año nuevo.

Muchos ciudadanos esperan, confían en que este año se percibirá una gran mejoría en el país, no porque el nuevo gobierno haya llegado al poder con un 57% de los votos contados, porque ya eso pasó, sino porque en el año que viene habrá elecciones para el congreso y los ayuntamientos, y el partido en el poder seguramente quiere tener presencia notoria, decisiva, en ambos, por lo que se supone que harán lo posible para mantener a los votantes más o menos satisfechos.

Estoy convencida de que el partido que muestre una interpretación adecuada de los conceptos de vida personal, familia, barrio, comunidad urbana y rural, país, en todos sus aspectos sociales, políticos y económicos, así como un plan decente de distribución de lo que la naturaleza nos ha dado para vivir y mantenernos, más la elevación del nivel de conciencia partiendo del ejemplo, no solamente barrerá a los demás en las elecciones, sino que será respetado y recordado para siempre.

Para eso, lo único que se necesita es la voluntad, es decir, reorientar el libre albedrío, redefinir sus preceptos. No veo por qué tiene que ser difícil. No somos un imperio. Somos un país en vertiginosa vía al subdesarrollo, endeudado hasta el copete. Si convertimos nuestra sumisión en elegante lealtad y eliminamos otras pésimas normas a las que nos hemos resignado, podremos salir airosos, no solamente de nuestra propia situación, sino de nuestra situación frente a los pesados acreedores, encima, sintiendo orgullo de nuestra capacidad de ser felices, de ejecutar un plan de vida basado, no en la ausencia de problemas, sino en la habilidad para resolverlos.

El dinero, las adquisiciones materiales, se gastan, se pierden. La gloria es eterna. ¿Cuántos decenios, o quién sabe si siglos, hace que un héroe no es igualado, mucho menos superado? Nos hemos concentrado en imitar a los malos de la película. No nos importa nuestra honra, nuestra reputación. Nos consolamos con la deshonra y la mala reputación ajena. ¿Adónde llegaremos por ese camino?

Los no en balde temidos ciclones sirven para convertir en abono los viejos árboles que así renuevan su propia especie, aunque de paso devastan pueblos enteros y los hacen dar varios pasos atrás para tomar impulso. Ojalá no necesitemos nosotros formar un huracán, llamémoslo social, para recuperar nuestra dignidad, que no será más que un estadio correcto de interpretación, distribución y conciencia.

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