Intervenciones, educación y cultura

Intervenciones, educación y cultura

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Las fuerzas armadas de los países de la América española y el Caribe desempeñaron a lo largo de más de un siglo el triste papel de brazo ejecutor de los intereses norteamericanos y de sus aliados incondicionales, las oligarquías criollas. Los dictadores de esos tiempos fueron fieles guardianes de esas élites. Cualquier amago de resquebrajar el orden imperante era excusa válida para que los personeros de una minoría enriquecida a costa del sudor ajeno tocaran a la puerta de los cuarteles y los uniformados acudieran a su llamado. Así fue como cobraron vida las dictaduras militares pro oligárquica del siglo 20: Jorge Ubico en Guatemala (1931-1944); Gerardo Machado en Cuba (1925-1933); Getulio Vargas en Brasil (1930-1944); Tiburcio Carías en Honduras (1933-1944); Juan Vicente Gómez en Venezuela (1908-1935); Rafael Leónidas Trujillo Molina en República Dominicana (1930-1961); y Anastasio Somoza en Nicaragua (1937-1956). Esos tiranos se creían amos y señores de sus países; los administraban como si fuesen haciendas de su propiedad. ¿De cuáles medios de vida disponían los trabajadores de entonces? En la página 42 de su muy leído libro “Tiempos de Oscuridad” el escritor chileno Marcos Roitman los describe con estas palabras: “la sobre-explotación, la miseria, el hambre, la marginación y las condiciones de extrema pobreza en que se desarrollaban las actividades laborales creaban un paisaje triste y desconsolador. Estacionados en todo sentido, se suceden generaciones sin dar un paso adelante, y la familia el nieto es copia fiel de la del ascendente”. En las contadas naciones del área, en donde no afloraron regímenes como ésos, la inestabilidad política se hizo norma. Más temprano que tarde, esas estructuras sociales comenzaron a resquebrajarse en momentos en que las clases trabajadoras se organizaban y ganaban protagonismo. Dos grandes acontecimientos contribuyeron de manera decisiva para que así fuera: La Revolución Mexicana de 1910 y la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918. La primera se convirtió en un paradigma de las luchas anti-imperialistas y antioligárquicas, en tanto que la segunda se constituyó en un hecho de mucha trascendencia.

La Revolución Mexicana, al igual que la Revolución Cubana ocurrida medio siglo después, tuvo una gran influencia en las luchas que libraban los pueblos latinoamericanos y caribeños por su liberación. Emilio Zapata y Francisco Villa fueron los grandes líderes revolucionarios de entonces, como años después lo fueron Fidel Castro y Ernesto Guevara.

En 1918, en una universidad de una provincia argentina, donde con ligeras variantes pervivían las ideas oscurantistas coloniales, se produjo un hecho trascendental: la Reforma Universitaria de Córdoba, cuyos rasgos primarios habrían de imprimirle a la universidad latinoamericana la fisionomía peculiar que durante más de medio siglo –y aún hoy- ha venido singularizándola como un modelo especial en el ámbito de la educación superior. La Reforma Universitaria de Córdoba debió cumplir una misión social acorde con la época. Su proclama inicial dirigida a “los hombres libres de Sur América”, retumbó en todo el continente: “Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica, se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente” Países como Chile, Perú, Brasil, Venezuela, Ecuador, Paraguay, México y Bolivia se hicieron eco de esa propuesta. Era sólo el principio de un debate propuesto por estudiantes universitarios sobre una iniciativa democrática que dio lugar a que se profundizara la crítica al orden oligárquico y proimperialista. Los movimientos de izquierda se vieron reforzados.

 

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