Interventor del tren accidentado en España afirma ante juez no haberse considerado «en ningún momento» culpable

<P>Interventor del tren accidentado en España afirma ante juez no haberse considerado «en ningún momento» culpable</P>

MADRID. AFP. El interventor del tren que descarriló cerca de Santiago de Compostela causando 79 muertos afirmó hoy no haberse considerado «en ningún momento» culpable por haber llamado por teléfono al maquinista minutos antes del accidente.  

El hombre compareció este viernes como testigo ante el juez de Santiago Luis Alaez, que investiga la tragedia ocurrida el 24 de julio.  

«En ningún momento me he considerado culpable», declaró el revisor a los periodistas a su llegada al tribunal. 

«Eso sí lo dije, que lo tenía en el bolsillo cuando salió el tren» de la vía, afirmó en referencia al teléfono móvil por el que poco antes había hablado con el conductor Francisco José Garzón.  

«Me encuentro físicamente bastante bien y psicológicamente tocado», agregó el hombre que se encontraba a bordo del tren en el momento del accidente.  

En un dictamen divulgado el jueves, el magistrado había explicado que citaba al interventor en calidad de testigo por considerar que su llamada a Garzón poco antes del accidente «aunque se considere desafortunada por el lugar o momento en que se hizo ello es insuficiente para atribuirle una imprudencia con relevancia penal». 

«La consulta al maquinista para saber si el tren podía circular por una determinada vía», realizada por el revisor para facilitar el descenso de una familia con niños, «es algo normal (…) y no es causa del descarrilamiento», había considerado el juez.   Garzón, un experimentado maquinista de 52 años, fue inculpado de 79 homicidios por imprudencia y puesto en libertad con cargos.  

En una segunda declaración ante el juez el martes, explicó haber recibido una llamada del interventor y haber colgado unos segundos antes del accidente.  

El tren descarriló a 153 km/h, según las primeras informaciones extraídas de las cajas negras, en una curva peligrosa donde la velocidad está limitada a 80 km/h.   En esa zona la línea, de alta velocidad hasta ese momento, se transforma en vía convencional y debido a la limitación de velocidad no dispone de sistema automático de frenado.  

Las cajas negras también revelaron que el convoy circulaba a 192 km/h pocos kilómetros antes del accidente y que el maquinista frenó, aunque demasiado tarde para evitar la catástrofe. 

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