Intolerancia

Intolerancia

En mi nuevo libro titulado “Perfil de la Iglesia Evangélica en la Sociedad” se hace una descripción de la relación que existió entre Rafael Leonidas Trujillo y la Iglesia Católica.

Y ha sido esta pincelada un tanto gruesa la que ha generado insultos de toda clase y declaraciones duras contra mi persona.

La obra ha llegado a manos de algunas personas que se niegan a reconocer detalles históricos cuyas pruebas fehacientes imposibilitan su negación, por más que se quiera.

Si por los medios electrónicos se pudieran enviar balas o dar golpes físicos contundentes, creo que yo no la estaría contando. Y es bueno que todo el pueblo sepa esto.

Es inútil que el  fanatismo trujillista y religioso trate de ocultar lo evidente.

Aunque en su género novelesco, Mario Vargas Llosa planteó en su Fiesta del Chivo que la Iglesia Católica era durante años una institución importante que soportó la dictadura de Trujillo y que, en cambio, el tirano hizo lo mismo dando privilegios de todo tipo al clero.

Era una relación en base a un interés mutuo y muy estratégico.

Trujillo sabía de la gran fuerza social de la Iglesia.

  En lugar de un enfrentamiento prefirió conceder cosas, tal como el Concordato en el 1954.

Según los críticos mordaces, lo que más ha molestado es plasmar que el cura Zenón Castillo de Aza propusiera que a Trujillo se le concediera el título de “Benefactor de la Iglesia”.

El libro indica que esto no se concretizó porque fue el mismo Generalísimo quien, el 31 de marzo del 1960, envió una carta en la que agradecía el gesto, pero se negaba a recibirlo.

Desde entonces, las relaciones se enfriaron hasta ocurrir el asesinato del tirano, el 30 de mayo de 1961.

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