Intoxicaciones alimentarias y enfermedades en Navidad

Intoxicaciones alimentarias y enfermedades en Navidad

Doctora Dania Yohanna Muñoz
Médico familiar del HGPS

En la época navideña es cuando aumentan las oportunidades de reuniones con familiares y amigos y, por consiguiente, las oportunidades de comer y beber en demasía, con un sinnúmero de consecuencias perjudiciales para la salud tales como las intoxicaciones alimentarias y alcohólicas, debido a excesos en la ingesta y a la incapacidad del organismo para lidiar con tanta comida grasosa, dulces, alcohol, refrescos, etcétera.

Las principales consecuencias de comer en exceso son las intolerancias alimentarias, que se expresan por trastornos que perturban la digestión, conocidos como dispepsia.

Una  intoxicación alimentaria  es la manifestación clínica de toxicidad  (intoxicación) consecuente a la exposición a  sustancias tóxicas  transportadas por los  alimentos  tanto sólidos como líquidos.
La mayoría de los casos de intoxicaciones alimentarias son en realidad  toxiinfecciones alimentarias, provocadas por  bacterias patógenas,  virus,  priones  o  parásitos, y/o sus productos metabólicos de las mismas.
Estas contaminaciones suelen surgir por manipulaciones, preparación o  conservación  inadecuadas de los alimentos.
Las principales vías de contaminación del alimento son el aire (gotas expulsadas por nariz y boca), polvo o tierra, contacto con utensilios, superficies u otros alimentos contaminados, manos sucias, agua contaminada, insectos (moscas, escarabajos) y roedores.

Una vez los alimentos cocinados sufren cambios de temperatura, si no seguimos estándares de adecuada manipulación y almacenamiento, aumenta el riesgo de contaminación, produciendo éstos entero-toxinas responsables de los síntomas de las intoxicaciones alimentarias.

Los alimentos cocinados deben consumirse, refrigerarse o congelarse en un plazo máximo de dos horas; pasado este tiempo -e incluso antes si la temperatura ambiente es muy alta- y ya que los alimentos no son estériles, podrían reproducirse las bacterias hasta alcanzar niveles nocivos, además que las comidas restantes deben consumirse en un par de días, de lo contrario lo mejor es congelarlas inmediatamente, siempre poniendo la fecha de congelación en el recipiente.

Aunque se han descrito más de 250 diferentes enfermedades asociadas con ingesta de alimentos contaminados, este artículo se refiere a los síndromes agudos asociados con la intoxicación alimentaria, cuya sintomatología comienza dentro de las 72 horas siguientes a la ingestión, y cuyas características clínicas incluyen una variedad de síntomas gastrointestinales.

Los agentes patógenos más frecuentes en las intoxicaciones alimentarias son:
E. coli. Adquirido generalmente por: carne de res cruda o poco cocinada. Productos frescos crudos, leche cruda, jugos de fruta sin pasteurizar y agua contaminada.

Salmonella. Adquirida generalmente por los huevos crudos y todos los derivados en cuya elaboración se utiliza huevo crudo, aves crudas o poco cocinadas y alimentos ya elaborados que se dejan a temperatura ambiente durante varias horas.

Staphylococcus aureus. Adquirido generalmente por alimentos cocinados ricos en proteínas (jamón cocido, carne de ave), productos de pastelería (sobre todo los rellenos de crema), productos lácteos y ensaladas.
Esta bacteria es muy resistente.

Cuáles son los síntomas de la intoxicación

La manera en que aparecen los síntomas de la intoxicación por alimentos depende de los gérmenes que la provocaron.

A veces, una persona comienza a sentirse mal unas horas después de comer o beber un alimento o un líquido contaminado.

En otros casos, los síntomas no aparecen hasta después de varias semanas.
La gravedad de los síntomas depende del estado de la persona al momento de la intoxicación, su grado de hidratación, además del tipo de intoxicación, así como la cantidad de alimento ingerido. Los niños lactantes, los ancianos y las embarazadas tienen el mayor riesgo de intoxicación por alimentos.

Asimismo, pueden estar en mayor riesgo de presentar peores síntomas los que padecen una afección seria, (como enfermedad renal, diabetes, hipertensión, cáncer o VIH y/o sida, etc.)

Casi siempre, las personas con intoxicación por alimentos sentirán lo siguientes síntomas: náuseas (malestar), cólicos abdominales, calambres o espasmos abdominales, vómitos, diarrea con o sin sangre, acidez, flatulencia, fiebre, dolor de cabeza y debilidad general.

En contadas ocasiones, la intoxicación por alimentos puede provocar mareos, visión borrosa o una sensación de hormigueo en los brazos. En casos excepcionales, la debilidad que a veces acompaña a la intoxicación por alimentos causará problemas para respirar, descrita por el paciente como sensación de falta de aire o sensación de ahogo, que no suele ser grave. La manera en que aparecen los síntomas de la intoxicación por alimentos depende de los gérmenes que la provocaron.

Las consecuencias de la intoxicación por alcohol

Además de las intoxicaciones alimentarias, en esta época también aumenta el consumo de alcohol.
El alcohol es una droga psicoactiva con elevado efecto terciario que puede afectar de manera grave nuestro organismo.

Inicialmente produce sensación de alegría, pero el consumo posterior puede llevar a visión borrosa y problemas de coordinación. Tras el consumo excesivo puede aparecer la inconsciencia, y niveles extremos de consumo pueden llevar a un  envenenamiento  por alcohol y a la muerte (una concentración en la sangre de 0.55 % aprox. 5  gramos  de alcohol por  litro  de sangre) podría matar a la mitad de los afectados por parada cardiorrespiratoria tras afectación bulbar).

Extremo.  La muerte puede también ser causada por  asfixia  si el vómito, un resultado frecuente de la ingesta excesiva, obstruye la  tráquea  y el individuo está demasiado ebrio para responder.
Cuando el alcohol llega a la sangre (entre 30 y 90 minutos después de ingerido) se produce una disminución de los  azúcares  presentes en la  circulación sanguínea, lo que provoca sensación de debilidad y agotamiento físico debido a que el alcohol acelera la transformación de  glucógeno  (una sustancia que se encarga de almacenar el azúcar en el  hígado) en  glucosa  y ésta se elimina de forma más rápida.

Más consecuencias. Esta práctica puede llevar a descompensación o empeoramiento de condiciones como hipertensión arterial, la diabetes mellitus, los trastornos en el metabolismo, elevación de los niveles de colesterol y triglicéridos, y enfermedades gástricas.

Además en esta época empeoren los pacientes con úlceras, gastritis y con enfermedad por reflujo gastroesofágico. También las afecciones de páncreas y de la vía biliar, cuyas causas principales son la ingesta copiosa de alcohol y de alimentos grasos.

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