Intoxicaciones por fumigación

Intoxicaciones por fumigación

En por lo menos dos meses, más de doscientos obreros de empresas tabaqueras ubicadas en poblaciones del Cibao se han intoxicado con sustancias empleadas para fumigación del tabaco. Es un número muy elevado para una frecuencia tan breve. Es sencillamente alarmante. Según parece, los trabajadores entran en contacto con el tabaco fumigado antes de que se hayan disipado los tóxicos utilizados para el control de insectos que dañan la materia prima. Aparentemente, para acelerar el ritmo de producción se saltan protocolos de seguridad que tienen por finalidad proteger a la mano de obra de los efectos tóxicos del agroquímico que se utilice para eliminar plagas.
Es aconsejable que las fábricas se ciñan a los requisitos sobre uso de tóxicos para fumigación, o en su defecto, que las autoridades sanitarias, laborales y de medio ambiente intervengan para hacer respetar las normas respecto de las condiciones de trabajo. Doscientos intoxicados en menos de dos meses nos parece una cifra muy alta, y más aún cuando las intoxicaciones se han producido en diferentes ocasiones. Estos químicos pueden dejar secuelas en la salud de las personas que los inhalan o tocan repetidamente. Hay que procurar que la gente que trabaja en estas industrias lo hagan con la debida protección y en condiciones adecuadas. Y no estaría de más que se compruebe si el ambiente laboral es el aconsejado por las normas.

Fin de semana luctuoso

El fin de semana fue luctuoso, con un registro de doce fallecimientos y decenas de heridos. En la mayoría de los casos mediaron accidentes de tránsito en los que intervinieron motocicletas. Como en otras ocasiones, los descuidos y las imprudencias dominan el abanico de causas de estos percances viales. En Hato Mayor murieron tres integrantes de un equipo de fútbol, y otros 14 resultaron heridos, en el choque entre una yipeta y un camión.
Estas ocurrencias nos han encumbrado en la posición del segundo país en el mundo con mayor mortandad por accidentes de tránsito. Los controles sobre el comportamiento de los conductores no funcionan y ni siquiera las tragedias más aparatosas han servido para disuadir el manejo temerario. El INTRANT debe ir tomando nota de estas particularidades nuestras.

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