La investigación agropecuaria y forestal es un servicio fundamental del Estado para el desarrollo, puesto que de ahí proceden las informaciones básicas que habrán de llevar los extensionistas al campo.
Se trata del camino hacia obtener nuevas formas técnicas del fomento y la agroindustrialización, a fin de alcanzar mejores rendimientos y calidades, al usar más adecuadamente los recursos disponibles.
Es decir, las nuevas tecnologías vienen de la investigación.
Con ellas, pueden lograrse simientes de calidad, labores culturales modernas, combatir las plagas y enfermedades, controlar las hierbas, almacenar mejor, procesar y transportar bien, entre otros.
Debemos lograr investigaciones propias y también adquirir investigaciones foráneas que puedan ser adoptadas y adaptadas a nuestro medio.
Desde los centros de investigación se pueden incidir con producir a más bajo costo por unidad.
La competitividad y una mayor rentabilidad, vendrían de la aplicación de investigaciones modernas.
La República Dominicana contó con un amplio sistema de investigación agropecuaria, que fue reducida con la política mundial implementada por las naciones más desarrolladas del planeta, adquiriendo esta contra-investigación, su impulso mayor, a partir de mediados de los ’80.
Recordamos la excelente visión dominicana sobre la investigación, fundamentalmente en las décadas de los años ’70 y ’80: La existencia del Centro Nacional de Investigación, Extensión y Capacitación Agropecuaria (CENIECA), que posteriormente pasó a ser el Centro Sur de Desarrollo Agropecuario (CESDA).
Además, el Centro de Investigación y Capacitación Arrocera de Monseñor Nouel; la Finca Experimental y de Capacitación de Café “La Cumbre”, en Santiago; la Estación Experimental de Cacao en “Mata Larga”, en San Francisco de Macorís, provincia Duarte; la Estación Experimental Arroyo Loro, en San Juan de la Maguana, entre otras.
Debo precisar que valoro mucho el trabajo del Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF), el Consejo Nacional de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (CONIAF), el Centro para el Desarrollo Agropecuario y Forestal Inc. (CEDAF) y otras entidades. De hecho, los investigadores actuales pueden exhibir algunos avances.
También abogamos por el rescate y fortalecimiento de organismos aislados, como el Laboratorio Central Veterinario (LaVeCen).
Y es que el desarrollo agropecuario y forestal de las grandes naciones está cimentado en la investigación. Por eso, le dedican grandes recursos humanos, económicos y potentes políticas específicas.
Como ejemplo podemos citar, que en una vista pública del Senado de los Estados Unidos (EEUU) se enfocó el rol primerísimo de la investigación agrícola, cuando surgió una discusión sobre su importancia. Ahí el Presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara Alta precisó que “Los tiempos son difíciles en la agricultura, y la investigación es lo que impulsa el cambio agrícola, la eficiencia, y la productividad. Y los Estados Unidos debe seguir liderando el cargo para alimentar a una población de 9,700 millones de personas en el 2050.”*
En el país se requiere que las investigaciones apunten a una modernidad donde se incluyan a todos los productores, sin distinguir estratificación, tipo de cultivos ni zonas, pues hoy tenemos un relativo estancamiento en la productividad.
Las estadísticas del Ministerio de Agricultura dicen que en el arroz, tenemos que de un rendimiento promedio de 4.38 quintales por tarea en el 2002, alcanzamos en el 2019 apenas 4.53; en el 2007, el maíz presentó 2.07 quintales en una tarea, y en el 2019 solamente llegamos a 2.36 quintales.
En cuanto al plátano, en el 2013 se produjo 3.08 millares por tareas y en el 2019, 3.23 millares por tarea; y en el 2004, los aguacates produjeron 1.8 millares por tarea, pero en el 2019 sólo se logró 1.81 millares en una tarea. Ese mismo comportamiento se registra en otros rubros importantes.
Reconocemos que aún conservamos algunas investigaciones del pasado y que actualmente existen hallazgos importantes, los que deben ser asumidos y continuados.
Entonces, desde ahí hay que diseñar un nuevo esquema de investigación, con metas provinciales, regionales y nacionales, reabriendo los centros cerrados, activando los semiparalizados, fortaleciendo los existentes y estableciendo nuevos centros en lugares, estratégicamente escogidos.
Además, es necesario enfocar con profundidad la investigación en torno a los rubros y subsectores ganaderos específicos, atendiendo a la demanda alimenticia nacional y en el mercado externo, sabiendo que la población consumidora va creciendo, mientras la superficie cultivable va disminuyendo.
La investigación nos dará las herramientas científicas para lograr un salto en el aumento de la productividad, la calidad, acortar los ciclos y alcanzar otras novedades, para lo cual es necesario dedicar importantes recursos a la investigación.
CIAGRO** publica en su página que “Según el Informe sobre el desarrollo mundial de 2008, la inversión en investigación agrícola ha “rendido cuantiosos frutos”, con una tasa de rentabilidad del 43 por ciento en 700 proyectos evaluados en países en desarrollo”.
Por eso, planteo modernizar el sistema con los mismos rubros o introduciendo otros cultivos más rentables y con mercados más asegurados, pues en el país aún tenemos una gran porción de agricultores tradicionales, fundamentalmente con predios medianos y pequeños, que requieren innovaciones tecnológicas.
El mundo vive momentos en que pese al avance de la ciencia y la tecnología, no ha logrado rebasar la pobreza extrema mundial, que registra una tasa de alrededor del 9% en 2020, por lo que es conveniente aprovechar el mercado externo que provoca esta situación.
En resumen, abogamos por un Plan que sustente el avance y la modernización en un nuevo sistema de investigación nacional, con vinculación al desarrollo de la investigación internacional.
Obtener masivamente tecnologías de punta, propias y enfocadas a nuestros objetivos, por subsectores productivos y por zonas del país.
Debemos, pues, crear, retornar y fortalecer nuestros centros de investigaciones.
*Senador Pat Roberts, Presidente Comisión de Agricultura, Nutrición, y Silvicultura del Senado de los Estados Unidos. Vista pública. Washington, D.C. (28 de junio de 2017).