El martes, en su artículo titulado “Belleza y muerte”, publicado en este diario, el patólogo forense Sergio Sarita Valdez expresaba su alarma por el alto número de mujeres que pierden la vida como consecuencia de cirugías para implantes mamarios, liposucción y otras modificaciones de la apariencia física. Él, más que cualquiera, conoce de primera mano esta situación. Su  especialidad casi le obliga a estar en contacto con esta realidad, cada vez que en un deceso femenino media secuelas del bisturí estético.

Pero no son preocupaciones exclusivas de Sarita Valdez. El doctor Severo Mercedes, director de la única escuela de Cirugía Plástica y Reconstructiva que hay en el país, vincula la frecuencia de muertes por estas causas al hecho de que mucha gente no preparada en cirugía estética está ejerciendo la especialidad. Afianza su percepción en el argumento de que aunque en el país hay 103 cirujanos plásticos,  más de 150 médicos están practicando cirugías de esta especialidad.

  El Ministerio de Salud Pública y el Colegio Médico Dominicano están en el deber de hacer una profunda investigación sobre estas ocurrencias. Es necesario hacer una auditoría del grado de preparación del personal  médico que está ejerciendo esta especialidad. La búsqueda de belleza física ha abierto un mercado lucrativo que podría estar incentivando este intrusismo.

Fraude en la venta de GLP

Las denuncias sobre engaño en el despacho de gas licuado de petróleo por algunas estaciones han vuelto a ocupar la atención del Instituto de Protección al Consumidor (Pro Consumidor).

  Hace algún tiempo este organismo trató de que se hiciera obligatoria la venta del gas por peso, y que para tales fines las estaciones de expendio instalaran balanzas. Todo parece indicar que ese objetivo se logró a medias.

Se necesita que Pro Consumidor retome con fuerza su cruzada contra el engaño en la venta del gas propano y que las instancias del Gobierno con responsabilidad en el ámbito de pesos y medidas y las asociaciones de amas de casa le den pleno respaldo.

El GLP es un elemento estratégico junto a los demás combustibles y  no se puede permitir un manejo inescrupuloso en su venta al consumidor.