El mercado de alambres del país fue inundado por grandes importaciones hechas el año pasado para la construcción de la primera línea del  Metro  de Santo Domingo y de las cuales una proporción importante fue desviada a fines comerciales.

Según informaciones recibidas por este diario, las importaciones de alambres para la la construcción  del metro alcanzaron una suma superior a los 7  millones de dólares, equivalentes a unos 252 millones de pesos.

La comercialización de parte de esos alambres importados  ha provocado un desplome de las ventas de los suplidores regulares,  las cuales han caído en alrededor de 30 por ciento.

La percepción que hay en el mercado es que las importaciones del Metro fueron aprovechadas para traer diferentes tipos de alambres que han sido colocados en el mercado.

Hay el temor de que esta situación vuelva a repetirse con la segunda línea del Metro si  toman las previsiones de lugar.

Se ha planteado que una forma de evitar que esa situación se repita es que los encargados de la obra den a conocer a la opinión pública la cantidad y los tipos de alambres que van a necesitar.

Parte de los alambres que fueron importados para la primera línea del Metro han sido vendidos a constructores y encargados de proyecto, según se informó.

Estas importaciones han  hecho una competencia desleal a las empresas que suplen el mercado interno, las cuales pagan sus impuestos al Estado.

Y de paso, el alambre importado para la construcción del Metro que fue desviado al mercado,  ha perjudicado al fisco doblemente: primero porque las importaciones no pagaron impuestos y segundo porque las empresas que cumplen con sus obligaciones fiscales, al registrar una baja en sus ventas, también se ven obligadas a reducir su aporte al fisco.

El alambre importado para el Metro no pagó impuestos, lo que coloca en desventaja a las empresas que suplen al mercado y que permanentemente  siempre con sus obligaciones fiscales.