Inusitada reacción

Inusitada reacción

CARMEN IMBERT BRUGAL
La destitución del Procurador Fiscal del Distrito Nacional, Guillermo Moreno García, en el año 1998, motivó una reunión de ciudadanos para manifestar el descontento con la decisión. Fue realizada en el parque Eugenio María de Hostos, ubicado en las inmediaciones del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva. Ya entonces preocupaba la desidia de la sociedad dominicana.

Después de continuas frustraciones electorales, hubo un trabajo constante para lograr el respeto a la decisión de las urnas. Años después la población asume el voto como la única manera de participación y la apatía cívica es notoria. La percepción no es errada, ha sido avalada por las estadísticas. El concierto de un bachatero concita el respaldo masivo que una demanda social no consigue. La sociedad dominicana está desmovilizada, afirman los expertos. En la década del 80 la cooptación desmembró el liderazgo comunitario. Otro era el mundo y distintos los intereses de aquellos dedicados a la organización social, sin interés partidista u oportunista.

La Encuesta de Opinión Pública Nacional, auspiciada por Instituto Nacional de Opinión Pública -INOP-, adscrito a FUNGLODE, en el acápite “Ciudadanía y Factores relevantes en la percepción y vivencia de un Estado democrático” consigna que un 83% de los encuestados no ha firmado nunca una petición o una demanda ciudadana. Un 58.6% no ha participado en proyectos comunitarios, un 71.3% no ha hecho contacto con un representante político para expresar su opinión. Aunque el 51.1% afirma su pertenencia partidaria, el 62.3% no pertenece a ninguna asociación profesional o sindical. 

La ciudadanía prefiere el mitin político remunerado y el can,  la inscripción en un partido que le garantizará, tarde o temprano, un patrimonio espléndido y libre de cuestionamientos. La ocupación de las calles para exigir el cumplimiento de una obligación pública, no está prevista ni preocupa a nadie.

Los integrantes de los sectores medios recurren al lamento, ignoran la manera de aglutinar sus fuerzas para obtener algo merecido. Conservadores por cansancio, se debaten entre la reacción violenta esporádica y el inmovilismo. No creen en su poder. La marginalidad prefiere conseguir la comida del día y  si es bien dirigida, enciende y apaga neumáticos en la vía pública.   

Seis años después de la reunión capitalina para reprobar la destitución de Moreno García, el entusiasmo se hizo presente. La revelación de las infracciones cometidas por los ejecutivos del BANINTER, “el fraude más grande del mundo en función del PBI del país” como expresara Ousmene Mandeng – funcionario del FMI- fue la causa. Dieciséis organizaciones de la sociedad civil convocaron a la ciudadanía, “En nombre de la Decencia”, para repudiar la acción e impedir que la cultura de la impunidad afectara el proceso penal en contra de las personas imputadas.

A pesar de la complicidad de políticos, empresarios, ministros de las iglesias, miembros del Poder Judicial, jerarcas militares. A pesar de la fidelidad demostrada por Presidentes, ex Presidentes, hacedores de opinión, artistas, publicistas y deportistas al poseedor de cuatro diarios, ocho canales de televisión, setenta y seis emisoras de radio, la Cinemateca Dominicana resultó pequeña para recibir a los protestantes. Se escucharon y aplaudieron discursos, canciones, mea culpa de periodistas, asqueados con la actitud de un sector de la prensa nacional. Ahí quedó. Nada más ocurrió. 

Seis años después de esa actividad, la publicación de una carta dirigida a Su Eminencia Reverendísima, Timothy Broglio, Nuncio Apostólico, firmada por 333 habitantes de San Pedro de Macorís, resulta sorprendente. Auspiciosa. ¿Podría interpretarse la iniciativa como una acción participativa y de reivindicación ciudadana? 

En nombre de la tolerancia es perentorio analizar la motivación de los firmantes del Espacio Pagado, publicado en este periódico. Ejercen un derecho cuando reclaman la destitución de su Obispo por tener “una personalidad hosca, antisocial, mal educado, pues nunca asiste a los actos a los cuales es invitado…” Tratase de un Obispo que permite a un coro cantar en creole y no acepta dádivas de los poderosos.  El reclamo incluye al sacerdote Christopher Hartley “quien se proclama de sangre azul, de la aristocracia europea y se ha dedicado a proteger a los haitianos…”

Dichosa la comunidad petromacorisana que cuenta con 333 voceros, cuyo  problema es un Obispo antipático, grosero y un cura sangre azul. Interesante sería averiguar cuál es la actitud del grupo con los responsables de otros males que afectan a su provincia. Saber si están dispuestos a demandar su solución, acatando la sabiduría de Jesús cuando proclamó “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. La encuesta CIES-UNIBE determinó que “los problemas acuciantes del país” son: la delincuencia/seguridad pública, desempleo,  inflación, consumo de drogas, pobreza. El grupo de San Pedro debe evaluar la discusión de algunos. Aprovechar el arrebato ciudadano y requerir, en sus próximos comunicados, la decisión para intentar resolverlos. Cuando le corresponda pedir al César, satisfecha su cuota con Dios, podría exigir además, condenas para los violadores de menores, asesinos, ladrones y tantos políticos, funcionarios y empresarios corrompidos que cooperan con el bienestar y la estética de la grey.

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