De nuevo estamos en el umbral de una temporada de huracanes en el Caribe tropical y los expertos presagian una temporada muy activa y mucho mas mortífera que a la de años anteriores. Pronostican toda clase de vendavales con el consiguiente daño a las estructuras físicas en cada isla caribeña con la consiguiente pérdida de vidas.
Las advertencias de los organismos de seguridad para adoptar las precauciones para proteger la integridad física, aun cuando se destruyan las propiedades inmobiliarias, es lo menos que pueden hacer los organismos de seguridad para mantener en alto el nivel de alerta, que por el descuido ancestral de todos los isleños caribeños, es poco el caso que le ponen a esos llamados de alerta. Lo intrépido es salir en medio de los vendavales para recorrer las calles, el espectáculo de árboles cayéndose, techos de cinc volando o postes de madera quebrándose o doblándose las torres metálicas de transmisión llevando el desasosiego a millones de seres humanos que desesperados ven como sus propiedades son derribadas o salen volando lejos de sus fuentes de origen.
La cuenca caribeña, que alberga ciento de islas de diversos tamaños con millones de seres humanos de la mas variadas mezclas de las razas que son dueñas de los espacios geográficos de las islas y son asientos de poblaciones de variadas etnias según los orígenes de cada una de las islas.
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Y esa mezcla humana de vario pinta naturaleza es responsable de una variedad de poblaciones que transmiten en cada generación aspectos muy especiales de las razas que adornan las pequeñas islas que van desde la de mayor tamaño como Cuba hasta las minúsculas granadinas que se pierden en la vastedad occidental del océano Atlántico.
Siempre ha existido una comunicación marina entre las islas. Y esa comunicación mediante frágiles embarcaciones. Los habitantes conociendo de como se desenvuelven los estados del tiempo, con sus huracanes o mares muy agitados, permite a esos isleños conocer de la mejor época de aventurarse en la mar a explorar las otras islas y establecer contacto que a veces da origen a enfrentamientos sangrientos cuando se trata de asentamientos isleños poco amistosos de variadas etnias.
En las islas caribeñas son fieros los enclaves humanos cuya impronta es de enfrentarse con los que son de otras tribus con las cuales es poco el contacto entre sus pobladores. Siempre están predispuestos a llegar hasta el exterminio de sus poblaciones con tal de proteger el espacio vital de su cotidianidad de vida.
Los vaticinios para el presente estado de los huracanes en el 2024 presagian que será muy activo. Dan señales de una actividad anormal debido al cambio climático a que esta sometido el planeta con toda su variante de perturbaciones que llegan para perturbar la vida en el Caribe.
Se conocen las formas de hacerle frente con las herramientas disponibles para no terminar muy afectados por los efectos devastadores de esos fenómenos. Se vaticinan una frecuencia mayor de acuerdo con la severidad de la velocidad de los vientos y de como influyen en sus potenciales daños a tierra firme.
Este tiempo acarrea las más variadas condiciones de la atmósfera y dejan graves percances con la consiguiente destrucción desde irrecuperables joyas arqueológicas de siglos hasta variadas estructuras de gran belleza arquitectónica de menos de 200 años de existencia, fruto del ingenio local acicateado por las experiencias de otras razas continentales.