Invasión pacífica, silente más permanente

Invasión pacífica, silente más permanente

Desde hace mucho tiempo en nuestro país se ha venido incorporando a nuestra población una voluminosa masa de haitianos que sin ser molestados o repatriados, invaden pacíficamente nuestro territorio, sin que las autoridades tomen medidas drásticas para evitar, que se torne una realidad la frase del expresidente haitiano Jean Bertrand Aristide: “Haití y Quisqueya del pájaro las dos alas”.

Los velados propósitos de grandes potencias como los Estados Unidos de América, Francia, Canadá y hasta Venezuela para convenir en unir las dos repúblicas bajo una sola nación, es tratar de mezclar en un solo recipiente agua y aceite. Estos países, salvo Venezuela que por cuestiones de ayuda de Petión al Libertador Simón Bolívar, se empecinan en ese propósito, tiene el deliberado propósito de evitar la migración hacia sus territorios continentales, de ciudadanos que por su ínfima escolaridad, son expulsados de los países a donde pretenden asentarse.

La semana pasada, la Alianza Francesa celebró un convite en la Ciudad Colonial para agasajar estudiantes haitianos, en donde la camiseta alusiva a la unificación fue exhibida sin ningún tapujo. Nos gustaría saber la reacción de Francia, si los dominicanos realizamos un acto en el cual se propugne por la independencia de Martinica y Guadalupe, todavía en el Siglo XXI, enclaves coloniales en América.

El negocio en la frontera en el cual están involucrados directamente los militares del CESFRONT, es un secreto a voces. Ahora todos los militares sin importar el rango desean que lo destinen a la frontera. Allí, por una cuota mínima de RD$100.00 dejan pasar a hordas de haitianos que antes no se notaban porque se refugiaban en la campiña o en la construcción. Sin embargo, ahora deambulan por las calles de la capital y las principales ciudades dominicanas como zombis agrupados, dando la impresión de la que sentencia para su regularización, es letra muerta.

El año pasado se dio el caso insólito de que en una jeepeta se encontraron dentro veintidós indocumentados que fueron transportados ilegalmente desde la frontera hasta Santo Domingo. Los puestos de vigilancia para el control de ilegales son pura pantomima. Hay autobuses que los desmontan antes del llegar al control, estos van por detrás de la alcabala y se vuelven a montar unos cientos de metros más adelante.

En las carreteras del Sur, que cada cierta cantidad de kilómetros hay un puesto de verificación, los soldados, en combinación con los conductores, solo le pasan las papeletas y ni siquiera se toman la molestia de revisar los pasajeros. Estos guardias no están conscientes, ni pueden estarlo porque lo hacen con el consentimiento de sus superiores, del mal irreversible que le causan al bienestar de nuestro pueblo. A mayor cantidad de indocumentados, menor oportunidades de trabajo para los dominicanos.

Pasearse por la ciudad limítrofe de Dajabón, es creer que se está en territorio haitiano. Y los dominicanos nos preguntamos ¿Ese tipo de fusión es al que pretenden llegar? Mientras las mercaderías dominicanas a veces son boicoteadas, por no pagar la coima convertida en peaje personal por las autoridades haitianas, las nuestras se hacen la vista gorda ante el abigeato y los ganaderos claman en balde para que se le ponga coto a estos desmanes, que le merman su ganado, ya que una vez los animales penetran territorio haitiano, hay que darlos por perdidos.

Todos los países del mundo tienen derecho a regular sus inmigraciones, salvo la República Dominicana, en donde una serie de organizaciones internacionales, ante la pasividad de las autoridades nuestras, nos mantienen en vilo y nos amenazan con llevarnos a tribunales internacionales. Si no nos ponemos los pantalones y desechamos todos esos organismos chantajistas que responden a intereses espurios y solo ven la paja ajena en nuestros ojos y no en los países más pudientes que simplemente los deportan y ya, haciendo caso omiso a las protestas internacionales amañadas.

Si nuestras autoridades militares no se esfuerzan en buscar soldados más conscientes del deber que tienen que cumplir en la frontera, habría que pensar como el presidente Trump. Vamos a erigir un muro que al menos dé un poco de trabajo al ser violado y economicémonos los guardias fronterizos.

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