Invasores de terrenos engañan a incautos

<P> Invasores de terrenos engañan a incautos</P>

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Necesidad, riesgo e imaginación. Tres palabras que describen a los residentes de un improvisado caserío llamado Barrio Margarita Cedeño de Fernández, que pagaron entre RD$400 y RD$600 por pequeños solares que les vendieron “invasores” con la única garantía de que se trata de supuestos terrenos del Estado.

El sector, que tiene una sola calle y está situado entre el Municipio Los Alcarrizos y el sector Cabayona, del Municipio Santo Domingo Oeste, recibe electricidad a través de conexiones ilegales desde los barrios Villa Balaguer y Villa Colonia.

Mencionar la palabra agua potable sería casi una herejía, a no ser por la existencia de una tubería cedida por la propietaria de una ferretería cercana.

En esta se  abastecen las 46 familias que viven en el barrio que honra a la esposa del Presidente Leonel Fernández.

Aunque sus residentes están conscientes del riesgo que corren, al comprarles a personas que se dedican a invadir terrenos privados o del Estado con el propósito de conseguir ganancias futuras, sus esperanzas están cifradas ahí.

Tal es el caso de Annerys Montero, una ex operaria textil de la Zona Franca de Los Alcarrizos, quien compró un solar e instaló una pequeña pulpería, con los RD$20,000 que le dio la empresa donde trabajaba por concepto de sus prestaciones laborales.

“Imagínate, yo no tengo papeles, mi esposo y yo simplemente le compramos a los invasores y uno sabe que no está seguro aquí, pero pagar alquiler sale muy caro…yo prefiero arriesgarme y que Dios me ayude”.

En su pequeño colmado Montero vende entre RD$300 y RD$400 diariamente, pero serían más si no tuviese que ofrecer crédito a las familias con menos posibilidades económicas que ella.

UN REFUGIO PARA POBRES

El Barrio Margarita Cedeño de Fernández es el refugio de decenas de padres de familia que, o se dedican al mercado informal, o prácticamente viven por la gracia divina.

Manuel Montero, un desempleado de 60 años oriundo de Las Matas de Farfán, de donde salió hace 12 años buscando mejor suerte, se siente cómodo en su pequeña vivienda a medio terminar, cuyo piso es de tierra como la mayoría de las casas.

Entre la resignación y la sabiduría plantea que Dios creo la tierra para que la aprovechen todos, y que como esos terrenos son del Estado “el Estado somos nosotros también”.

El antes del barrio

Mélido Rodríguez cree que él y sus vecinos les han dado valor al lugar, porque antes de que ellos se llegaran,  hace nueve meses, la zona era una guarida de delincuentes.

Mientras ponía las fichas del juego de dominó, y le ofrecía asiento a un amigo en una destartalada silla, relató  que los asaltantes atracaban a todos los “motoristas” que pasaban por ahí.

“Pero ahora esto está  tranquilo”.

El porqué del nombre

Nadie sabe a quién se le ocurrió ponerle el nombre de la primera dama de la República a este empobrecido villorrio. La única explicación que da Montero es la existencia de otros precedentes, como el barrio Emma Balaguer, en memoria a la hermana del ex presidente Joaquín Balaguer.

El asegura que no tienen ningún interés en llamar la atención para que les den ayudas, “pero si llegan, nosotros no nos ponemos bravos”.

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