Inversión de valores

Inversión de valores

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En años recientes hemos venido notando, como la sociedad dominicana ha ido involucionando en cuanto al mantenimiento de los valores, que generaciones atrás marcaban las pautas del comportamiento de los ciudadanos, especialmente aquellos que vivían en los grandes centros urbanos.

Hoy, una juventud desaliñada, bulliciosa y faltante de educación doméstica, cifra sus esperanzas en la obtención de dinero fácil, sea por la vía del narcotráfico, el robo, juegos de azar o acudiendo a todo tipo de engaños, utilizando truhanerías y ardides foráneos nunca antes empleados en el país. Copiamos lo peor. Los culpables de esas situaciones anómalas deben buscarse en los cientos de dominicanos que vienen deportados de los Estados Unidos de América que utilizan técnicas sofisticadas, la mayoría más avanzadas que las que utiliza la Policía Nacional para contrarrestarlos.

Además, los males se agravan por los programas sensacionalistas y deformadores que presentan ciertos canales de televisión, ensalzando a pelanas con ínfulas de «capos», que ejercen un control casi absoluto en una demarcación territorial dada, obligando a las masas ignorantes y temerosas, a obedecer ciegamente sus decisiones ante la tolerancia de las autoridades.

Las costumbre de aclamar como héroe a un simple «triciclero», como fue el caso del nombrado Nino Cuboy, en cuyo sepelio se llegó a la afrenta insólita de que la Policía Nacional permitiera el uso de nuestro símbolo patrio, la bandera tricolor para cubrir el féretro, de un individuo sin mérito para ello, ha dejado anonadado a los miles de dominicanos que vimos por la pantalla chica, como nuestra uniformada dirigió y colaboró con aquella orgía de licor , música y tiros, sin que nadie resultase detenido.

Entonces, a que sirven esas odiosas redadas y retenes de parte de los militares, cuando los que portan armas ilegales las descargan frente a las autoridades y se permiten salir en las primeras planas de los principales periódicos, sin antifaces o pasamontañas y nadie los detiene?

Que recordemos, no es la primera vez que un ataúd ha sido envuelto en la bandera dominicana sin que el finado tenga los méritos necesarios para tan alta distinción. Hace unos años, un dominicano ultimó en un asalto a un policía federal en el estado de Texas, por lo cual fue sentenciado a sufrir la pena capital por inyección intravenosa. Apeló esta decisión y mientras se ventilaba la misma, observó una conducta ejemplar y hasta obtuvo un título universitario, lo cual no fue óbice para que se mantuviera la sentencia, no obstante varias personalidades e instituciones haber solicitado al Gobernador que lo absolviera. Este denegó conceder el favor, y el reo fue ejecutado como había sido programado. El cadáver fue enviado a su ciudad natal, Miches en el Este de la República Dominicana, en donde el féretro fue paseado por las calles cubierto con la bandera nacional.

Tampoco estos dos casos son los únicos en los cuales la policía ha actuado, no sólo con negligencia sino en complicidad por haber permitido actos penados por la ley. Hace algunos meses, en un atraco en el cual participaba un cadete de la Policía Nacional, éste fue muerto en el intercambio de disparos que se originó con las fuerzas del orden. Lo inaudito del caso fue, que ese cadete fue enterrado vestido con el uniforme de gala que vilmente había deshonrado al participar en el hecho delictivo.

El problema de nuestra policía son las lagunas que se presentan en su formación. Al tener un grado educacional primario, no puede asimilar con gran discernimiento cuales son sus obligaciones y sus funciones. Por eso no actúa cuando un ciudadano desaprensivo echa desperdicios en la calle.

Tampoco, cuando los automóviles y las motocicletas se estacionan en violación a la Ley de Tránsito Terrestre. El que quiera ver un desorden «organizado» de nuestra P. N. sólo tiene que dirigirse al destacamento que tiene en Villa Mella. Los autobuses y las motocicletas estacionadas frente

al cuartel en franca violación a un letrero inútil que colocaron y reza «No Estacione», pero no se puede corregir esta violación ya que los usuarios tienen la condición de «padres de familia».

Sin lugar a dudas nuestro país se está enrumbando por un derrotero peligroso. La juventud irrespeta, no sólo a los mayores, sino también a las autoridades, que en el caso del señor Cuboy, demostraron pavor. He escuchado a personas mayores decir «en los tiempos de Trujillo, eso no hubiese pasado». Entonces alguien me recordó la anécdota del general Pérez y Pérez cuando al ser designado jefe de la Policía por Balaguer siguió utilizando su uniforme del Ejército Nacional y cuando le preguntaron el porqué afirmó: «El Jefe nunca se puso el uniforme de policía». Para un entendedor, pocas palabras.

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