Inversión hotelera RD limita a dominicanos uso de las playas

Inversión hotelera RD limita a dominicanos uso de las playas

POR CLAUDIO CABRERA
Desde comienzos de la década de los años 80, la República Dominicana despegó con un desarrollo del sector turístico bastante sorprendente cuyo proceso llevó a un país en transición económica a convertirse en una potencia regional en esta área al final de los 90.

Pese al asombroso crecimiento que ha revestido este auge y transcurridos más de veinte años desde el comienzo del proceso, el turismo dominicano no ha podido rebasar aún el marco de problemas que confronta para su consolidación. Entre estos que destacan profundos y diferentes conflictos entre los usuarios de las playas, problemas creados al medio ambiente, así como la imposición de controles, reglamentos y límites para la explotación más racional de los proyectos.

A resumir el conjunto de problemas que confronta el sector para su mejor funcionamiento, la necesidad de seguir incentivando el crecimiento del turismo reclama de un reordenamiento a todos los nivelesen un proceso que conduzca a los beneficiarios de las poblaciones adyacentes a identificarse con los proyectos instalados.

Según lo destaca en un diagóstico de recién elaboración la consultora “Consorcio Empaca Redes”, encargada de estudios vinculados al sector turístico, el diagnóstico de los conflictos actuales en el área de impacto directo de los proyectos indican que en este momento “el mayor conflicto o preocupación determinada es por el acceso a las áreas de playa”, en adición a conflictos por la libertad “de vender sus productos”.

Pero entre los problemas identificados por la empresa no solamente emerge la necesidad de que las playas dominicanas sean usadas con calidad, sino de que todo el público tenga libre acceso a las áreas de baños con las adecuadas facilidades, aunque cumpliendo determinadas regulaciones.

De aquí la ventaja en un proyecto que realizará la Secretaría de Estado de Turismo, pues “se trata de una obra de magnitud social” tendente a rescatar las principales playas públicas del país.

Acorde a lo expresado por el ingeniero Mario Rafael Méndez y Méndez, tras la avalancha hotelera en todo lo concerniente al auge turístico el país solamente dispone de las playas de Long Beach, Cabarete, Boca Chica y Juan Dolio, “te das cuenta de que son las únicas cuatro playas públicas que aún le quedan al país”.

“Las demás playas públicas que tenía el país y que eran importantes, como Bávaro, las ha perdido paulatinamente. Bávaro, por ejemplo, tenía la hermoza playa de Juanillo que hoy ya no hay forma de acceso a ellas”, sostiene el ingeniero Méndez y Méndez.

“Peor aún, resalta, pues no obstante esto nadie ha ido a verificar que en Punta Cana no hay acceso libre a esas playas que son patrimonio de la nación, mientras que en Bávaro solamente se tiene acceso por determinados puntos de El Cortecido”. De un total de 42.5 kilómetros de playas disponibles en Bávaro, sólo hay 1.2 kilómetros disponibles para el público con libre acceso.

La mayoría de los hoteles sitúan guardianes que prohiben la estadía a extraños y echan de esos lugares a quienes se acercan a las playas contiguas, cuando no tienen alojamiento en el proyecto, porque no consumen.

Revela que lo que quedan como playas públicas en Bávaro ya, es la playa de Macao, pues poco a poco a las poblaciones las han ido desplazando con las restricciones que hacen en el uso del espacio hasta irlas relegando.

“Ustedes pueden estar seguro que en cinco, seis a siete años no va a haber que ofrecer; si todo sigue así, Higuey no va a tener playas públicas, sino que tendremos lo que quedará como playas de baja calidad, como Palenque y otras en el sur y norte del país”.

Frente a esta situación hay que compatibilizar las inversiones turísticas con la vida cotidiana de la población, con el respeto a las normas y el derecho al libre tránsito de los dominicanos en los espacios públicos. “Una inversión no es mala “per se”, si se hace de manera correcta”.

Recuerda hace días leyó declaraciones de un hotelero que se quejaba de que los dominicanos tienen hábitos culturales que afectan lo que es la buena imagen y que cómo va a estar en una playa un individuo al lado de un hotel con un radio encendido, una fritura y una cuestión de ese tipo junto a un vendedor de cualquier tipo de producto, hechos con enseres sucios y otras cosas por el estilo.

“Creo que puede ser razonable que la imagen en ese momento sea fea, pero si hay una autoridad que regula la prestación del servicio y la calidad, lo que hay que hacer es que se cumplan, sin tener que sacarlos del área o evitarles el acceso, como sucede ahora. Lo mismo ocurre con bañistas ocasionales que acuden a esos sitios”.

En el caso de quienes ofrecen servicios y venden objetos al turista, considera que eso se resuelve con organizarlos, carnetizarlos y ponerles uniformes, según lo que han hecho ya algunas asociaciones por su cuenta para evitar tales problemas en algunos polos.

“Se trata de una respuesta sindical organizativa, pero es una respuesta autogestionaria de propia iniciativa de la población por parte de actores asociados al turismo, pero de manera informal que logran en una forma u otra prestar un servicio de calidad”. Por eso creo que no es verdad que los dominicanos no podemos adecuarnos a prestar un servicio ajustado a ciertas normas, regulado y sencillo, aunque con instrumentos rudimentarios.

En gran parte el trabajo que efectúa el Consorcio consiste en evaluar qué concepto tiene el individuo que vive y trabaja en los polos turísticos en torno a su espacio, lo cual incluye la problemática de las inversiones, el cuidado del medio ambiente, el problema de la basura, de la delincuencia y otros temas.

El experto expresa que más que nada hace falta en el país una autoridad mancomunada que se encargue de regir todo lo que es la vida humana en estos polos, aparte de lo que es competencia propia del Estado, y que se disponga de un poder más allá de la Secretaría de Turismo para determinar políticas, reglas, facilidades y otros asuntos.

Degradación y contaminación   

En los polos turísticos también se presenta un creciente problema de “contaminación” y de erosión del área de la playa, a lo cual se añaden asuntos vinculados al manejo ambiental de la zona, al tratamiento de los residuos sólidos y de aguas residuales.

En torno a la situación actual y las perspectivas desde el punto de vista medioambiental se resalta que “nuestras playas en la actualidad se encuentran en acelerado proceso erosivo junto a una degradación de sus condiciones naturaes, hecho que afecta la calidad de las diferentes áreas de baño”.

Las razones de este proceso erosivo se hay que buscarlas en el orden de los cambios climáticos enfatizando el impacto de los fenómenos atmosféricos, vinculado a la acción depredadora del hombre y a su mal manejo del espacio.

“Para nuestro país -explica el documento “Líneas Generales sobre la Erosión o Degradación de las Playas y los Esfuerzos por su Contención” elaborado por la entidad-, las playas son un activo de importancia, son el eslabón principal de las estrategias de desarrollo del sector turístico y este a su vez realiza aportes significativos a la economía dominicana”.

Refiere que tomando en consideración la situación, las inversiones proyectadas para detener el proceso erosivo y la degradación de las playas por parte del Estado dominicano y del sector privado, deben apuntar al esfuerzo de regeneración y mejoramiento de la calidad de las playas dominicanas.

Producto de estudios efectuados “in situ”, se han hecho esfuerzos tendentes a tratar de regenerar y mejorar la calidad de las áreas de baño, entre cuyos casos más importantes resaltan la inversión del Estado a través de la Secretaría de Turismo y las que hace el sector privado.

Una preocupación que llama mucho la atención por el ingrediente social que implica lo es el problema del libre acceso de la población dominicana a las playas, sobre cuando son poyectos extranjeros, al igual que la jurisprudencia, las normativas, limitaciones y el papel de las autoridades.

Entre los casos más importantes resaltan los problemas confrontados por las playas públicas de Boca Chica y Andrés en que se evidenció que como producto de un manejo costero inadecuado actualmente se encuentran degradados amplios sectores de estas playas, con la consiguiente pérdida de sus valores recreativos y estéticos.

A pesar de no excluir el efecto de factores naturales y regionales, destaca el estudio de la consultora, “resulta evidente que las mayores afectaciones son el resultado de acciones locales”.

Al analizar los orígenes del deterioro, sostiene ete estudio que debido a los dragados frente a la playa para crear y mantener los canales de nevegación, la construcción de espigones que interrumpen la deriva litoral y las instalaciones próximas a la orilla, ha desaparecido la duna y en muchos casos “invaden el área de la playa”.

En el caso de Juan Dolio, en los últimos años se ha producido una significativa reducción del área de playa, con el consecuente deterioro de las condiciones físicas y paisajísticas del litoral.

“La intensidad alcanzada por el proceso erosivo, hizo que se construyeran defensas costeras (espigones, rompeolas, muros y estacadas) que sirvieron para proteger las instalaciones del embate del oleaje en sectores críticos, pero a su vez, en algunos casos aceleraron la erosión en los sectores colindantes a las estructuras, al impedir el ingreso natural de arena al sector costero”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas