Inversión social y los objetivos

Inversión social y los objetivos

Nuestra incapacidad para cumplir los compromisos asumidos en cuanto a los Objetivos del Milenio ha quedado de manifiesto desde mucho antes de que fuese confesada por el secretario de Economía, Planificación y Desarrollo, ingeniero Juan Temístocles Montás.

Antes que las palabras de un funcionario, esa incapacidad ha sido delatada por uno de los rasgos más notables del comportamiento de nuestra economía, pues su crecimiento, tomado como ejemplo por organismos internacionales, tiene poca o ninguna influencia en los alcances de la inversión social, que es uno de los  ámbitos focales de los  objetivos del milenio.

Las cifras sobre desarrollo humano exhibidas por organismos internacionales especializados también delatan esa incapacidad. Nuestra inversión en los ámbitos más influyentes en la calidad de vida de la gente, como educación, salud, alimentación y servicios públicos de primer orden, continúa siendo insuficiente.

El modelo de lucha contra la pobreza enfatiza muy poco en el fomento de la autogestión y está dedicado fundamentalmente al subsidio directo del gasto familiar. Es un modelo que da peces, pero no enseña a pescar. Por eso, cuando el secretario de Economía, Planificación y Desarrollo habla de nuestras incapacidades en cuanto a lograr esos objetivos, no hace  más que corroborar lo que muestran nuestras prácticas.

Fondos para la agropecuaria

La asignación de RD$6,000 millones para financiación de la producción agropecuaria, con miras de  garantizar la seguridad alimentaría, es un gran alivio en momentos en que las alzas petroleras y de insumos han inflado los costos y el acceso al dinero. Estos fondos llegan en momentos en que los sectores productivos necesitan recuperarse de los daños provocados por varias perturbaciones atmosféricas de esta temporada.

Sin embargo, a este apoyo coyuntural debe seguir el diseño de un conjunto de normas que hagan más asequible el crédito para la producción agropecuaria. Esto debería incluir instrumentos que permitan asegurar la producción y facilidades para la adquisición de equipos como invernaderos y otros. Ya hemos avanzado en materia de tratamiento fiscal, mediante el desmonte de los aranceles aplicados a maquinaria agrícola y algunos insumos y materias primas. El campo y la seguridad alimentaría requieren estas  atenciones.

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