Inversor/inversionista

Inversor/inversionista

Entre estos dos términos, primero conocí /inversionista/, vocablo que denota la sagacidad empresarial y de conocimientos, acerca de tal o cual área de los negocios. Así fue, para mí, por mucho tiempo.

Al paso de los años, con el problema de la insuficiencia del servicio eléctrico, conocí–conocimos–un paliativo para luchar en contra de ese problema, que nos suple, aunque sea por tiempo limitado, el servicio de electricidad: el inversor.

Más adelante /inversor/ dejó de ser sólo un aparato de servicio energético, y pasó a identificarse con /inversionista/. Claro que se trata de energía necesaria, dos vocablos y tres empleos en su propia área, para la aplicación de sinonimia en esos casos. Inversionista se aisló en tratamiento de fondos y otros manejos de la inversión.

 Inversor, como vocablo, se manifestó en los dos renglones de esto y de aquello.

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), vigésima segunda edición, 2001, recoge inversionista como adjetivo que se aplica a una persona, natural o jurídica, que hace una inversión de caudales.

De inversor afirma que es aquella persona que invierte: primera acepción, y la segunda acepción: inversionista. Ninguna irregularidad, pues.

En la edición del viernes 25 de mayo pasado, leemos: “Cortés niega apropiarse de $ X X X de inversores argentinos…”, expresión que repite en el desarrollo de la información, p. 2D del periódico Hoy, sección ¡Alegría! (Se trata de un bailarín de flamenco).

En la página inicial de la sección Deportes: “¿Yanquis en venta?” El conjunto californiano (Dodgers) fue adquirido por un grupo de inversionistas”.

La enciclopedia del Idioma, de Martin Alonso, tomo II, 1958, escribe: Del latín inversus: supimo de / invertible / / invertiré /: volver “invertir”, adj. “que-invierte”. Segundo empleo como especie de conmutador que vive para cambiar el sentido de la corriente eléctrica en un circuito”.

De inversión, inversionista, nos dice que nos llegó del latín “inversión–onis”, sustantivo femenino que se introdujo en nuestra lengua durante el siglo XVII: “Acción y efecto de invertir”.

También explica que en el género de la música  significa “imitación en que se reproduce una melodía cualquiera, en las que se emplean las notas en un orden inverso al que tenían antes.

¡Cuántas cosas se ligan en una sola palabra! ¡Qué gran misterio y qué sorpresa recibes una vez que localizas el vocablo que te inclina a investigar  y valorar la palabra que te interesa, que te inquieta, que te envuelve.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas