Sabadell, España.- La investidura de Artur Mas como presidente regional de Cataluña continúa en el aire después de que el único grupo independentista que puede apoyarlo, la CUP (radical), reunido en asamblea, no aclarara su postura al empatar los partidarios de apoyarlo y los que no.
El apoyo de la CUP, que cuenta con diez diputados, es fundamental para la investidura de Mas como presidente del Gobierno catalán, ya que los 62 diputados de su grupo, Junts pel Sí (JxS), son insuficientes para conseguir una mayoría de “síes” entre los 135 diputados del parlamento regional, elegidos el pasado 27 de septiembre.
Durante una asamblea que ha durado todo el día, los militantes y simpatizantes de la CUP (Candidaturas de Unidad Popular) empataron a 1.515 los votos del “sí” y del “no” a la investidura de Artur Mas. Este resultado ha llevado a la formación “antisistema” a darse una prórroga hasta el 2 de enero para decidir, según fuentes de la CUP consultadas por Efe.
Tras este insólito resultado, la dirección de la CUP ha convocado una reunión del consejo político de la formación y del grupo de acción parlamentaria que agrupa a sus diputados en el Parlamento regional para decidir qué hacer.
Mas, presidente del ejecutivo catalán desde 2010, se presentó a la reelección en los comicios del 27 de septiembre por Junts pel Sí, agrupación de diversos partidos cuyo objetivo principal es poner en marcha el proceso para la independencia de Cataluña del resto de España.
Sin embargo, el Parlamento catalán rechazó su investidura en las dos votaciones reglamentarias de noviembre, con el voto en contra del resto de grupos.
Los 10 diputados de la CUP, pese a ser independentistas, negaron el apoyo a Mas por su vinculación con casos de corrupción en su partido (Convergencia) y por la ausencia de políticas sociales durante su mandato en una época de crisis económica. Desde entonces, se han mantenido numerosas reuniones entre diputados de JxS y la CUP para intentar llegar a un acuerdo.
La última propuesta de Junts pel Sí, realizada el 22 de diciembre, incluía una presidencia coral, con Mas a la cabeza, pero con los poderes repartidos con otras tres personas. Este ejecutivo sería de “transición” para pasar de la situación actual hacia una “república catalana” como máximo en 18 meses y además, Junts pel Sí planteó el compromiso de someter a ese gobierno a la confianza del Parlamento en diez meses.
El documento incluye también un plan de choque social contra la pobreza y los desahucios, un guiño a las reivindicaciones sociales de la CUP. El próximo 2 de enero la dirección de la CUP decidirá si apoya o no esta propuesta.
Si Mas no consigue ser investido antes del 10 de enero, cuando se cumplen dos meses desde la primera votación de investidura, habrá que convocar nuevas elecciones en Cataluña. La votación de la asamblea de la CUP tuvo lugar una semana después de las elecciones generales españolas, de las que ha salido un Parlamento muy fragmentado, con cuatro grupos importantes y ninguno con mayoría suficiente para gobernar.
La respuesta al desafío soberanista catalán es una de las cuestiones que tendrán en cuenta los partidos para llegar a pactos políticos para formar gobierno en España.