El asesinato de la fiscal Gissel Odaliza Reyes Díaz abre interrogantes que deben ser manejadas con precisión, de manera minuciosa.
Hasta ahora, el principal sospechoso de este hecho de sangre es precisamente el sargento policial Augusto Luciano Familia, cuya compañía, según relató la madre de la víctima, había solicitado la magistrada para salir a comprar pizza.
El estudio de balística y el resultado de la autopsia indican que el proyectil que provocó la muerte fue disparado por el arma del sargento. El dato fue confirmado anoche por autoridades del Ministerio Público, que investigan el caso.
Las investigaciones han permitido descartar que el móvil del homicidio fuera el asalto. Los investigadores están concentrados en motivaciones personales o pasionales como motorizadores del asesinato.
Se trata de un hecho lamentable. La magistrada deja hijos en la orfandad, familia enlutada. En su ejercicio había manejado asuntos espinosos que afectaron intereses.
Las investigaciones deben desentrañar todos los elementos constitutivos de la trama, para poner en manos de la Justicia las evidencias que permitan condenar con severidad este hecho. Se trata de un nuevo acto de abominable violencia, de esos que perturban cada vez con más frecuencia a nuestra sociedad.
Adecuaciones a fuego lento
Aunque no es recomendable festinar las adecuaciones que hay que hacer a diversas leyes para que guarden correspondencia con la Constitución puesta en vigencia el 26 de enero de este año, es necesario acelerar la marcha del trabajo de las comisiones encargadas del asunto.
Hay cientos de leyes que ya no responden a la pauta constitucional vigente y esto provoca una situación jurídica inconveniente.
El Poder Ejecutivo creó una comisión de juristas que deberá analizar el paquete de leyes y proponer los cambios o adecuaciones. No se sabe cuánto ha avanzado en su trabajo esta comisión.
Y no se tiene cuenta de que una comisión bicameral que debe trabajar en el asunto se haya reunido la primera vez en los cuatro meses que tiene de creada.
En esta materia las festinaciones son altamente perjudiciales, pero el exceso de lentitud no lo es menos.