Investigación del desastre  forestal

Investigación del desastre  forestal

Será presentado próximamente al Senado un proyecto de reforma de la Ley de Hidrocarburos y de creación de sendos institutos para investigaciones agropecuarias y forestales, y para sanidad agropecuaria e inocuidad agroalimentaria.

La importancia de este proyecto no puede ser mayor, toda vez que todo el comercio mundial y la competitividad están fuertemente basados en la producción y manejo de productos saludables. Por otra parte, no puede haber productos saludables, llámense orgánicos o de otro modo, si no hay un manejo adecuado de la foresta y el medio ambiente. Luego, la primera tarea de estos institutos es realizar una investigación del “estado de salud” de nuestro medioambiente.

En un viaje reciente al Ecuador, observé la gran diferencia, a simple vista, que hay entre la población vegetal de las zonas cercanas a la Amazonía y la nuestra, aún tratándose de las mismas especies y variedades. Lo primero, el tamaño y frondosidad de los frutales y los árboles de sombra. Pero lo más impactante y lo conmovedor fue la constatación del tamaño de los frutos de árboles que hay en este país, y principalmente en el Cibao y la Cordillera Central, que no paren  o dan frutos atrofiados. Pero para ver el daño ecológico del cual padece esta región, basta con ver la salud de los árboles de la península de Samaná, de Altamira y Bajabonico. O bien, los de Baní y Neyba. En el Cibao hay áreas en las que las plantas se secan sin motivo aparente. Plantaciones de aguacates en La Vega cuya producción fue casi nula y se secaron completamente en pocos años. En la cuenca del Yaque del Norte, hay especies que padecen de “cáncer”, enfermedades foliar que “achicharra” las hojas, como asadas a la brasa, caso de la frondosa, fructosa y perfumada pomarrosa, que abunda en las cuencas hídricas,  para evitar la muerte de los ríos. Dicha enfermedad es aún más intensa en los ríos de Las Manaclas, en el mero parque J. A. Bermúdez, en las serranías de  Monción.  Pena que las nuevas generaciones, ni las autoridades agroforestales y medioambientales hayan maroteado lo suficiente como para degustar una vaina de guama o un manojo de caimitillos maduros.

Tuve ganas de llorar fue cuando supe que las ginas criollas del Ecuador producen vainas de más de 20 centímetros, jugosas, mejores que todas las gomitas y cositas de mascar que hayan inventado los gringos…cuando luego vi las petisecas y descarnadas vainas de Manabao, otrora apetitosas. Los estudios demostrarán si alguna empresa minera o industrial es la responsable de estos daños, probablemente irreversibles, y de que las cotorras se hayan mudado al Hotel Embajador. Esperemos que estos institutos de investigación expliquen y corrijan, urgentemente, estas y otras “vainas”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas