IQOS, la ciencia al servicio de la muerte

IQOS, la ciencia al servicio de la muerte

José Silié Ruiz

Por: Samuel Ramos
Carta abierta al doctor José Silié Ruiz
Muy distinguido doctor Silié: El pasado sábado 18 de junio leímos un artículo suyo publicado en el periódico Hoy titulado: “Washington, ciencia, los IQOS y un elegante disfrute”, donde hace alusión a su participación en un evento denominado «The E-cigarette Summint», ciencia, regulaciones y salud pública, realizado recientemente en Washington, DC.

En artículo usted expresa que “la profesora Dorothy Htsujkami, psiquiatra de la Universidad de Minnesota, señaló que el cigarrillo mata a más de 480,000 personas por año en EUA”. No resulta extraño como se tergiversa la información para engañar al público. Según el sitio oficial de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA): “el consumo de tabaco mata a más de 480 mil personas por año en EUA”. Así que el cambio del término “consumo de tabaco” por “fumar cigarrillos” no es algo fortuito ni un error de traducción, es simplemente una estrategia de la Philip Morris Internacional (PMI) para que su nuevo producto “IQOS” tenga la menor tasa de rechazo posible.

Continúa citando a la profesora Htsujkam con varias expresiones: “Se necesitan medidas urgentes para evitar esa cifra tan elevada. Los dispositivos que no queman el tabaco son de ayuda, pues el fumador recibe igual placer y constituyen una opción para aquellos que no pueden abandonar el hábito de fumar. Los que verdaderamente ayudan son los IQOS. Se impone una cruzada de vida para salvar vidas”.

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Por supuesto las “medidas urgentes” para evitar estas muertes no serían las propuestas por la Organización Mundial de la Salud, sino una marca. Aquí su artículo toma el verdadero camino, la promoción de un producto. El párrafo anterior termina con una frase verdaderamente apasionante, ”se impone una cruzada de vida para salvar vidas”. Ahora una de las empresas responsable de la muerte de más de 8 millones de personas cada año, se ha convertido en la redentora de la humanidad.

En nuestro país usted es una pieza clave en la estrategia mercadológica de Philip Morris Dominicana (PMD). A mediados del 2017, expresó: “Si usted desea disfrutar de ese placer, es una decisión racional pasar a usar estos dispositivos. Se está promoviendo dispositivos de productos de riesgo reducido que van a originar los mismos efectos de placer que da la nicotina.”

Posteriormente declaró: “La alternativa que se ofrece con los dispositivos de tabaco calentado es que representan una opción muy válida para el adulto fumador que no puede dejar de fumar. Bien sabemos que las adicciones no son tan fáciles de abandonar”.

Resalta a la vista su motivación a disfrutar del placer de la nicotina y desmotivación a quien quiera abandonar esta terrible adicción. Esto rompe con todas las recomendaciones para el tratamiento de la adicción a la nicotina. Su propuesta simplemente es cambiar de un producto que por años ha demostrado que enferma y mata por otro que no ha podido demostrar lo contrario.

Así es. No ha sido probado que el IQOS reduzca el riesgo de enfermedades y muerte comparado con fumar cigarrillos; cincuenta y seis sustancias son más altas en aerosoles de IQOS que en el humo del cigarrillo; el IQOS no ha demostrado ayudar a los fumadores a dejar de fumar; la FDA se rechaza la afirmación de que el uso este producto fuera menos perjudicial que otros productos de tabaco.

La siguiente declaración suya nos conmueve las entrañas: “Es por eso que como médico vemos esta alternativa como una opción salvadora”. Usted tiene la osadía de llamar a estos dispositivos “una opción salvadora” e implícitamente motivar a los médicos a que los recomienden a sus pacientes. Desde el año 2018, el Colegio Médico Dominicano y varias sociedades médicas especializadas vienen alertando a los médicos a no dejarse confundir ni aceptar invitaciones de la industria tabacalera.

Distinguido doctor Silié, aunque reconocemos su amplia trayectoria académica y científica en el país, no podemos dejar de expresar nuestra consternación por el rumbo que ha tomado al defender lo indefendible.

  • El autor es cardiólogo

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