Ira en la política

Ira en la política

El estado actual de nuestro ciclo de elecciones en los Estados Unidos ha puesto de manifiesto un nivel de ira y un discurso que jamás había visto en mi vida. Estamos en presencia de una abierta hostilidad y los ataques personales directos a un nivel que hace que los desagües parezcan ser un manantial de agua clara y cristalina. Las posiciones políticas, las políticas y los registros son sin duda un producto de debate en el ciclo electoral. Sin embargo, nuestros candidatos, así como el votante han dado lugar a un nivel de ataques personales, no sólo de los candidatos en sí, sino también de los familiares de los candidatos. En otras épocas los cónyuges de un candidato y sus hijos eran considerados como “intocables” no sólo por los candidatos, sino también los medios. Hemos sido testigos en las campañas actuales, de un nivel de insultos y ataques personales que no son apropiadas ni siquiera en un burdel, de hecho, en algunos casos, podríamos ser sacados de un lugar como este por expresarnos con este tipo de lenguaje.
Tras una reflexión personal, debo admitir que he participado en bromas políticas que pueden ser interpretadas por debajo de los niveles diplomáticos. He respondido a un sinnúmero de opiniones personales en los medios sociales, que en algunos casos era innecesario y sin mérito. A fin de cuentas, yo no pretendo ser perfecto, soy un ser humano. Por otro lado, no soy un candidato para un cargo público. El estado actual de las cosas en nuestra arena política se ha vuelto tan marginando que casi nadie es inmune a dar respuestas reaccionarias. Los medios profesionales y sociales de comunicación nos animan a participar en este diálogo dándonos el cebo de titulares inflamatorios e informes con trasfondos de diferentes opiniones.

Los resultados de este tipo de respuestas de comunicación no informan al público, ni aumentan el nivel de conciencia sobre los problemas actuales. Solamente inicia una ira que continúa perpetuando hostilidad y violencia. Violencia, sí. Hemos visto un aumento en el nivel de ira en nuestra sociedad que en vez de utilizar el diálogo adulto para encontrar un terreno común sobre el cual podamos resolver nuestras diferencias, estamos instituyendo el uso de insultos e insinuaciones que ha dado lugar a un nivel de violencia en ciertos sectores nunca antes visto.

¿No estamos asombrados de que los candidatos están dispuestos a atacar públicamente la apariencia física de las esposas de sus oponentes (como si ellas no fuesen dueñas de un espejo) y debido a la lealtad a su partido respaldar finalmente a ese candidato, sin ni siquiera una disculpa pública? ¿Nos horrorizamos con el hecho de que los periodistas estuviesen dispuestos a criticar públicamente la vestimenta de la hija de un funcionario electo en una inauguración, que debo aclarar que era más que adecuado para una joven de su edad, y sin embargo estos profesionales no sufrieron de consecuencias por su responsabilidad en dicho hecho? Hay que preguntarse por qué se han vuelto aceptable estas tácticas de distracción. Debo preguntar… ¿Cuando llegó a ser socialmente aceptable que un hombre criticase públicamente la apariencia de la mujer de otro sin decoro? ¿Cuándo llegó a ser socialmente apropiado que un periodista “profesional” criticase la apariencia de la hija de otro hombre por la ropa que eligió llevar? Uno debe concluir que la única motivación detrás de este tipo de comportamiento es instigar la ira. Como una persona que vive una vida muy pública o cualquier persona que opta por presentarse a sí mismo para la aceptación pública o como candidato a un cargo público se debe aceptar el ocasional comentario inapropiado, sin embargo, cuando se ataca a mi cónyuge o el hijo de un funcionario electo, usted ha cruzado una línea que una disculpa pública no puede reparar.

Sin duda, este ciclo electoral es irreparable, nosotros como sociedad hemos cruzado muchas líneas. Hemos permitido que colectivamente la integridad de nuestro proceso se denigrase a niveles inimaginables. Sin embargo, podemos y debemos comenzar el proceso de sanación ahora. Todavía tenemos la oportunidad de internalizar la ira que ha sido forzada sobre nosotros y sanar nuestros corazones y almas. Tenemos la oportunidad de buscar la verdad más allá del engaño intencional que se nos ha presentado y encontrar una solución personal que nos permita desarrollar una posición verdaderamente objetiva. Para el futuro de la sociedad y de nuestras democracias, no podemos ignorar el daño que hemos creado, sino reconocer la oportunidad de participar en un respectivo diálogo por el bien de nuestro pueblo. Voten en este ciclo electoral con una mente clara, el corazón y el alma y permitan que sus voces sean escuchadas sin filtro alguno. Al final del día, usted tiene una opción, una opción de participar con ira o de participar con objetividad. Una evaluación objetiva de un candidato nunca surgió de… la ira en la política.

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