Irak es semillero para terror como quiera que se defina

Irak es semillero para terror como quiera que se defina

BAGDAD, Irak.- Una superpotencia invadió una empobrecida nación islámica. Guerrilleros respondieron con rifles AK-47 y grandas impulsadas por cohetes. Nació una generación de guerreros, ansiosos de librar una jihad.

Eso era Afganistán en los años 80. Se convirtió en un semillero de terroristas -el más famosos es Osama bin Laden- que exportaron sus habilidades mortíferas a todo el mundo. En Irak, algnas de las mismas condiciones que nutrieron al terrorismo en las montañas de Afganistán han surgido en el vacío de poder creado por la ocupación estadounidense, dicen iraquíes y expertos en terrorismo.

«Desafortunadamente Irak se ha vuelto una causa célebre para los jihadistas radicales como lo fue Afganistán hace década y media», dijo Bruce Hoffman, analista de terrorismo de la RAND Corp. «Se tienen muchas de las mismas condiciones que permitieron que Afganistán se convirtiera en semillero de terroristas».

Estas condiciones incluyen fronteras porosas, franjas de territorio anárquico y regiones del país que albergan a grupos bien armados que no son parte del gobierno ni están bajo su control, dijo Hoffman.

Definió a los terroristas en términos de tácticas: usar coches bomba suicidas en vez de armas convencionales, por ejemplo. Desde la guerra civil en Líbano, la línea entre terrorismo e insurgencia se ha borrado, dijo, e Irak es un ejemplo perfecto.

Ha habido un promedio de un coche bomba diario este mes. Más de 100 civiles han muerto.

Asesinatos de funcionarios del gobierno iraquí y sabotaje de sitios cruciales como oleoductos están en ascenso. Las fuerzas estadounidenses e iraquíes parecen incapaces de evitar la carnicería, avivando el odio hacia la ocupación entre la población.

El general brigadier Mark Kimmitt, portavoz de las fuerzas de ocupación, dijo que la labor de reconstrucción como abrir clínicas médicas y renovar escuelas había iluminado la vida de los iraquíes. Pero «¿estamos satisfechos con el nivel de inestabilidad en este país en este momento?», dijo. «Absolutamente no».

Bajo el régimen de Saddam Hussein, Irak estaba sometida a un reinado del terror, pero el terrorismo no existía aquí como ahora.

Un comisión independiente en Washington que investiga los ataques del 11 de septiembre informó la semana pasada que no había evidencia de una relación de trabajo entre Saddam y Al Qaeda, como había dicho el gobierno de George W. Bush al promover su argumento en favor de la guerra.

El fracaso ahora para controlar las fronteras ha permitido que los combatientes extranjeros entren en Irak. Cruces terrestres sin vigilancia existen entre Irak y sus vecinos Irán, Siria y Arabia Saudita, cada uno de los cuales tiene su parte de grupos islámicos radicales.

Falah al-Naqib, el nuevo ministro iraquí del Interior, dijo que los coches bomba suicidas eran un signo de que combatientes extranjeros habían infiltrado Irak, y que «algunos partidos y países quieren demoler a este país». Dijo que los iraquíes no usan esas tácticas. Y añadió que «no vacilaremos» en declarar la ley marcial si ocurren más atentados.

Ahmed Hashim, profesor del Colegio de Guerra Naval de Estados Unidos que estudia la insurgencia sunita en Irak, también atribuyó mucha de la violencia a las fronteras porosas y el hecho de que la presencia de Estados Unidos se ha convertido en un imán para los jihadistas.

«Pienso que el terrorismo ha llegado a Irak como resultado de la guerra», dijo. «El país tiene fronteras abiertas y no patrulladas, de manera que todo tipo de extremistas que quieren combatir a Estados Unidos tienen un excelente terreno de juego para hacerlo ahora».

Un destacado funcionario militar estadounidense escribió en un mensaje de correo electrónico que los combatientes entrarn a través de las antiguas rutas de contrabando que siguen conexiones tribales. Estas son como las rutas usadas por los mujaidines para entrar en Afganistán. «Las fuerzas armadas estadounidenses siguen viendo pequeñas cantidades de combatientes extranjeros entrando por las porosas fronteras de Siria y Arabia Saudita», escribió el funcionario. «El apoyo financiero continúa proviniendo de Arabia Saudita a través de varios financistas de las redes terroristas y a través de Siria vía correos».

Dentro de Irak, estas fuerzas encuentran terreno fértil. Al decidir que los miembros del Partido Baath no podían participar en la reconstrucción de Irak, los estadounidenses esencialmente desmantelaron mucho del estado sin instalar un reemplazo adecuado. L. Paul Bremer, el máximo administrador civil aquí, desintegró el ejército iraquí, dejando detrás a un grupo de hombres descontentos adiestrados para matar.

Las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes adiestradas por Estados Unidos a menudo pueden ser inefectivas, como lo demuestan las deserciones masivas durante el levantamiento en abril. Apenas el lunes pasado, policías de Bagdad permanecieron impávidos mientras iraquíes bailaban sobre vehículos achicharrados de un convoy que trasladaba a contratistas extranjeros que había sido blanco de un atentado con coche bomba.

Nadhim A. al-Jassour, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Bagdad, dijo que el destripamiento estadounidense del estado iraquí había enseñado a los iraquíes a faltar el respeto al gobierno, perpetuando la anarquía.

«Si se golpea a un padre en frente de sus hijos, ¿piensa que los niños respetarán al padre?», dijo Jassour. «Eso es un insulto. Al mismo tiempo, se pide al padre que lleve a cabo los deberes en su casa».

La ciudad bajo dominio sunita de Fallujah, 56 kilómetros al oeste de Bagdad, ha llegado a ser un refugio seguro para los terroristas y los insurgentes. A fines de abril, los infantes de marina entregaron el control de la ciudad a una milicia compuesta en parte por guerrilleros. Desde entonces, Fallujah se ha convertido en un miniestado islámico, con todo tipo de combatientes antiestadounidenses vagando por la ciudad.

Aunque Irak no es dirigido por caciques, como ha sido el caso de Afganistán, existen grupos armados que no responden al gobierno.

Uno de los más grandes es el Ejército Mahdi, encabezado por el clérigo chiíta Muqtada al-Sadr, quien avivó una rebelión contra la ocupación en abril. Aunque Al-Sadr hizo un llamado la semana pasada para que sus combatientes dejaran las ciudades santas de Najaf y Kufa, no se comprometió a desintegrar la milicia.

Un sondeo reciente ordenado por la Autoridad Provisional de Coalición demostró que una mayoría de iraquíes admiraba a Al-Sadr. El domingo pasado, dijo a través de un portavoz que quería iniciar un partido político.

Conforme la ocupación estadounidense se acerca a su fin oficial el 30 de junio, muchos iraquíes dicen que el futuro será definido por el legado que los estadounidenses están dejando al gobierno interino: el nacimiento de grupos terroristas e insurgentes y la lucha para controlarlos.

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