Irak: peor que Vietnam

Irak: peor que Vietnam

Después de haber vengado el asesinato salvaje de cuatro contratistas estadounidenses en el pueblo de Faluya, en Irak, causando 600 muertes de civiles, los Marines cercaron la ciudad de 300,000 habitantes e iniciaron el martes en la noche, un bombardeo indiscriminado con aviones, helicópteros y artillería que siguió el miércoles en áreas pobladas, continuando el jueves.

No se veía respuesta de fuego de la resistencia ni se conocía el número de muertos pero el bombardeo carecía de blancos militares y más bien parecía un acto terrible de represalia contra la guerrilla urbana chiíta que les ha causado tantas bajas en el mes de abril. Cuando se conozca el número de hombres, mujeres y niños muertos por las, despiadadas tropas de ocupación el odio del pueblo iraquí se incrementara, extendiéndose por todos los confines del país ya que la televisión árabe ha difundido, ampliamente, las imágenes del bombardeo incesante.

El Gobierno de Bush se encuentra entrampado de Irak. Está en una situación cuya naturaleza y alcances parece no comprender aún, tal vez por no conocer o no haber prestado atención a la historia de ese país, a su cultura y al origen de la resistencia armada que enfrenta luego de haber intervenido allí militarmente, sin causa justifica y sin la autorización de las Naciones Unidas, apoyado en una débil coalición de aliados obtenida por presión, sobornos o intimidación, que ya comienza a resquebrajarse y cuyo único miembro efectivo está constituido por las tropas británicas de Tony Blair.

La justificación de esa guerra nunca estuvo clara. Inicialmente, se dijo que perseguía derrocar o eliminar a Saddam Hussein por alegada vinculación de este a Osama Bin Laden lo cual sería impensable dado el control total de su régimen absolutista en Irak ni mucho menos se comprobó que Saddam Hussein tuviese nada que ver con el 11 de septiembre. Posteriormente, se intentó justificar la guerra acusándolo de poseer armas de destrucción masiva que pretendía usar lo cual significaba según se dijo, un peligro inminente o urgente para los Estados Unidos lo cual se esgrimió como razón para una guerra preventiva, violatoria del Derecho Internacional.

No obstante, las armas de destrucción masiva jamás fueron encontradas por expertos internacionales calificados, comisionados al efecto con lo cual la guerra de Bush quedó sin justificación.

Saddam Hussein fue, aparentemente, capturado vivo en circunstancias y lugar extraños y Osama Bin Laden fue pulverizado en Tora Bora manteniéndose su imagen y su voz en esporádicos mensajes póstumos de radio y emisión de fotos del Departamento de Efectos Especiales de la C.I.A., en convenientes y bizarras alocuciones a los fines, de mantener la campaña antiterrorista. En Afganistán, el régimen talibán fue reemplazado por un gobierno adicto y la ocupación militar prosigue, pretendiéndose hacer lo mismo en Irak. Es decir, instituir un gobierno títere, manteniendo la ocupación militar. No funcionará.

Tampoco están claros los objetivos reales de la guerra cuyos efectos inmediatos han sido los de hacer subir, no sólo los precios internacionales del petróleo árabe y venezolano sino también los del petróleo texano y los precios de la gasolina en los Estados Unidos. Además de aumentar significativamente el déficit fiscal. También, los negocios de compañías anglo norteamericanas y británicas, algunas de ellas, vinculadas al vicepresidente Cheeney quien, al igual que Bush padre, Colin Powell y Condolezza Rice son miembros del gobierno invisible guerrerista del grupo financiero petrolero que dirige Rockefeller.

Está también la cuestión de los muertos. La resistencia armada iraquí ha incrementado sus ataques causando cada vez más bajas a los soldados de la coalición y especialmente a las tropas de los Estados Unidos lo que ya alarma a los ciudadanos de ese país.

Obviamente, se desarrolla allí una guerra de liberación nacional con tácticas de guerrilla urbana que ejecuta ataques relámpagos en acciones de sofisticadas dirección militar, todos los días y en diversas localidades y regiones. Aunque los haya, no deben confundirse esos ataques con actos de extranjeros o fedayines de Saddam Hussein.

Washington debería recordar y tomar en consideración que el ejército iraquí, compuesto por centenares de miles de hombres, no se rindió sino que se desvaneció. Desapareció con todo su armamento, confundiéndose con la población civil y que parte de ese ejército, en el cual hay hombres de todos los credos religiosos y políticos locales y regionales es que hace la resistencia a quienes ve como extranjeros infieles, asesinos de su pueblo y saqueadores de sus riquezas nacionales.

En tales circunstancias, resulta ridículo proponer al pueblo iraquí la democracia, un sistema que no conocen y de pobre funcionalidad en los países de tercer mundo, como el gran efecto favorable de la ocupación militar y del control económico de su país. Irak no aceptará esa propuesta y el resultado será igual al de la ocupación británica de 1920, finalizada por la insurgencia general del pueblo iraquí.

En otras palabras, la solución del problema creado con la injustificada guerra de George W. Bush, Rumsfeld y Cheeney, deberá respetar la cultura y la autodeterminación del pueblo iraquí, garantizada provisionalmente por tropas de la ONU sin mando angloamericano y sin control de su petróleo por las grandes corporaciones de ambos países. Si los líderes responsables de los Estados Unidos no lo comprenden así, los resultados no se harán esperar. Irak no será un conflicto igual que Vietnam sino peor que Vietnam. Esto último, por el factor religioso o agregado y por la inevitable internacionalización del conflicto.

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