Iraquíes van a urnas en ambiente de guerra

Iraquíes van a urnas en ambiente de guerra

BAGDAD (AFP).- Los iraquíes acuden a las urnas el domingo en un ambiente de guerra y toques de queda, con un desolador paisaje marcado por las explosiones y cercado por alambradas, para elegir un parlamento que podría modificar el curso de la historia de su país. A pesar de las intimidaciones y amenazas de la guerrilla, muchos iraquíes creen que deben cumplir su deber electoral.

Para aquellos que vieron su vida arruinada por el régimen de Saddam Hussein y la violencia ciega que siguió a su caída, estos comicios traen la esperanza de un nuevo futuro.

Estados Unidos, que invadió Irak en marzo de 2003, y las autoridades iraquíes esperan la participación masiva de chiítas y kurdos, que sufrieron durante décadas el régimen del Baas, para que estas primeras elecciones libres desde hace más de medio siglo en Irak sean un éxito.

Las amenazas de extremistas como el jordano Abú Musab al Zarqaui, el hombre de Al Qaida en Irak, no parecen doblegar la determinación de kurdos y chiítas. Pero Bagdad será la principal prueba para la participación en estos comicios.

De ellos saldrá un parlamento de 275 miembros que redactará la futura constitución antes de que los electores sean convocados de nuevo a las urnas, a finales de 2005, para elegir al gobierno permanente.

Pese a las incertidumbres y al derramamiento de sangre, algunos como Fadel Qadem, observador electoral en Hilla, al sur de Bagdad, creen que el porvenir les reserva días mejores. «Espero que las cosas cambien tras las elecciones», afirma este chiíta desempleado.

La comisión electoral independiente (CEI) estimó el viernes que unos ocho de los 14,2 millones de iraquíes inscritos votarán el domingo, lo que supone una participación del 57%.

Las regiones clave son las zonas sunitas del centro y del norte de Bagdad, donde los insurgentes, bien implantados, juraron arruinar el proceso electoral.

Muchos sunitas pertenecientes a las clases dominantes durante el régimen de Saddam consideran que el ascenso de chiítas y kurdos les perjudica. Otros temen las represalias de los rebeldes, que amenazan de muerte a quienes voten.

«Creo que los insurgentes cometerán ataques en las primeras horas de votación para dar la impresión de que es peligroso acudir a las urnas», opina un oficial estadounidense que prefiere no identificarse.

Pero no todo el mundo comparte su opinión. Los gobernadores de las provincias sunitas de Salahedín y Diyala creen que habrá una participación de entre 40 y 60%.

Un sondeo del Departamento de Estado estimaba en diciembre que la participación en Tikrit, ex feudo de Saddam Hussein, podría alcanzar el 41% y que los llamamientos de los ulemas sunitas a boicotear los comicios no tendrán un seguimiento total.

En el barrio sunita Al Adhamiya de Bagdad, paraíso de la rebelión, muchos están decididos a votar.

«Se va a elegir un parlamento. Cada elector debe elegir al candidato en el que crea», dice el jeque Moayed al Adhami, imán de la mezquita de Abú Hanifa que suele criticar la presencia de tropas estadounidenses.

Algunos de sus fieles irán a votar si hay suficiente seguridad pero en otras mezquitas, hay quienes no esconden su enojo. Piensan que los sunitas han sido marginados y no quieren ser chivos expiatorios.

«No iré a votar porque no quiero morir como un mártir por estas elecciones», dice Qais Ihsán, de 56 años, al salir de la mezquita de Um al Qura.

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