Irrespeto vehicular

Irrespeto vehicular

Por supuesto que recorro la avenida Máximo Gómez. Procuro hacerlo en mañanas domingueras, para sufrir menos. Confieso que me molesto ante ciertas violaciones, más que a las normas que rigen el tráfico vehicular, a las del buen juicio.

Estas violaciones se vuelven, cada día, más atrevidas. Tanto, que pienso que, quien anda mal, soy yo.

Y porque me aferro a tal creencia, propongo eliminar todos los letreros indicativos del movimiento de los automotores. Sin la presencia de tales formas de comunicación no verbal, estaré en paz con mi conciencia.

Tendencia que se acentúa es la de girar en U en plena Máximo Gómez. He contemplado este desquiciado proceder en horas de elevada concentración vehicular. Y cuanto es peor, delante de los agentes llamados a imponer orden, ajenos al descaro.

He visto minibuses destartalados realizar ese giro en la intersección de esta avenida con la calle Ramón Santana. Los he contemplado paralizar el tránsito cuando, ajenos al semáforo, dan vuelta en U frente a la dirección de drogas.

Hace un tiempo viró de tal manera, una grúa de plataforma de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), frente al Teatro Nacional. El chofer eligió el peor de los lugares, pues al completar la vuelta chocó contra un árbol en la acera del teatro.

Cuanto puede observarse en la Gómez es pálida expresión de la desobediencia civil a la normas del tráfico, imperante en toda la ciudad.

Inficionados por el virus de la transgresión, nos place obviar no ya lo que es de ley o deriva de ella, sino lo que impone la razón. Contribuye al elevado número de burlas, la lenidad con que se maneja el problema.

En ocasiones suelen los agentes detener a quien marcha por su carril, para abrir camino a quien patrocina el caos.

En una ocasión, en reciente pasado, pregunté a un policía por qué detenía a los que conducían con respeto a las reglas para abrir espacio a un violador. “Hay que salir rápido de esa gente, porque de otro modo entorpecen el tránsito”.

Tal recurso para mantener fluidez en las horas de más alto volumen de circulación vehicular, fomenta el irrespeto.

Pese a que obtuve esa respuesta y me dije que esa acción fomenta la apetecible incivilidad, no me he dejado seducir. Contemplo, sin embargo, que está en alza el número de los que se acogen a la transgresión para avanzar sin reparos, hasta por carriles contrarios.

La dichosa fórmula, más temprano que tarde, sin embargo, hará intransitables las calles de la capital. Y las de otras ciudades y poblaciones dominicanas. Hora es, por tanto, de frenar esta situación.

Fomentar por vía de emergente presión el irrespeto a las normas del buen convivir deriva en otras transgresiones a la ley. Se impone rescatar la Gómez -como le dicen los choferes de vehículos públicos-, de las redes de la anarquía. Si lo hacemos, estaremos también reivindicando a la autoridad.

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