Isabel La Católica

Isabel La Católica

MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
El 26 de noviembre de 1504 murió la reina Isabel La Católica. Con un seminario acerca del papel histórico de Isabel de Castilla, a efectuarse hoy y mañana sábado, la Academia Dominicana de la Historia conmemorará el quinto centenario de la muerte de esta reina excepcional. Participarán en este cónclave los más reputados historiadores dominicanos, acompañados de invitados internacionales. El feudalismo en la edad media se caracterizó políticamente por una fragmentación del poder. El poder del rey no era absoluto, sino que estaba constituido por la suma de poder de los señores feudales que les eran fieles.

A principios del siglo séptimo, en el medio oriente hizo su aparición una poderosa religión que habría de producir la unidad de todos los pueblos árabes: El Islam.

Al influjo de esta revolución religiosa los árabes se expandieron como un reguero de pólvora por todo el norte mediterráneo de Africa, y en los inicios del siglo ocho atravesaron el estrecho de Gibraltar e invadieron la península ibérica. Avanzaron hacia el norte y en poco más de dos siglos ya ocupaban las dos terceras partes de la península, convirtiéndola en la España musulmana.

Pero la España cristiana reaccionó iniciando una larga guerra de reconquista que duraría más de quinientos años, hasta la expulsión total de los moros.

Es así como en el año 1085 los cristianos reconquistaban Toledo, y el 16 de julio de 1212 se producía el gran triunfo de las armas cristianas en la batalla de Navas de Tolosa, lo que marcó la marcha indetenible del proceso de reconquista.

Juan Pablo Duarte tomaría esa fecha simbólica del 16 de julio, para fundar la sociedad secreta La Trinitaria.

Como consecuencia de esa guerra de siglos contra los moros, en España no se desarrolló el feudalismo como en la Europa del otro lado de los pirineos.

Contrariamente a la característica política del feudalismo, en España el poder de los reyes cristianos se fue solidificando como poder central, al socaire de esa guerra religiosa y nacionalista en contra de los invasores árabes.

El siglo quince vendría a marcar el momento culminante y estelar de este proceso.

En efecto, el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, celebrado el 17 de octubre de 1469, unifica los dos principales reinos ibéricos, y ello constituye la pieza clave de la consolidación nacional.

El matrimonio debe realizarse bajo dispensa papal, pues ambos son primos, aunque no se conocían personalmente y antes de la boda no se habían visto jamás. Pero este enlace matrimonial es de alta significación política, porque la unidad de los reinos de Castilla y Aragón pondría punto final a la presencia musulmana en España.

El 2 de enero de 1492 cae Granada, último bastión del Islam en España. El triunfo consolida el poder real. En los combates, los estrategas militares de Fernando e Isabel hacen hincapié en el uso del ejército de infantería y de la artillería, en detrimento de la caballería, con lo que relegan ex profeso a un segundo plano el papel de los caballeros nobles, para concentrar así toda la gloria del triunfo en las personas de los monarcas.

Allí, en el campamento de Santa Fe, en Granada, los reyes triunfantes reciben a Cristóbal Colón, y negocian con él los pormenores del viaje en busca de una nueva ruta hacia las Indias, China y Japón.

El 17 de abril de 1492 se firma un contrato denominado «Las Capitulaciones de Santa Fe», mediante el cual los reyes católicos otorgan a Cristóbal Colón, la décima parte de todas las perlas, piedras preciosas, oro, plata, especias y todo otro artículo de comercio, de cualquier modo que se obtuviesen por intercambio, compra o conquista, en las rutas y territorios por descubrir. Del mismo modo Colón podría participar con la octava parte de los gastos para el equipamiento de todos los barcos que participarán en los viajes del descubrimiento, y recibir a cambio la octava parte de las ganancias que estos obtuviesen.

Pero Cristóbal Colón no descubrió una nueva ruta hacia el Asia, sino un mundo nuevo, desconocido e inmensamente rico.

Si la Corona cumplía con los términos de las Capitulaciones de Santa Fe, estarían convirtiendo a Colón y sus descendientes en la casta de nobles económicamente más poderosa jamás vista. Un verdadero contrasentido en el contexto de la consolidación de la monarquía absoluta en la España ya unificada.

Así que Cristóbal Colón y sus descendientes simplemente cayeron en desgracia, y poco a poco, pero de manera sistemática fueron siendo despojados de sus privilegios y poderes.

Colón empeñó sus últimos años y energías en una brega infructuosa porque se le reconocieran sus derechos, cifradas sus esperanzas en que Isabel la Católica, su protectora, finalmente accediese a sus reclamos.

Pero el 26 de noviembre de 1504 la reina murió, y Fernando el Católico quedó como regente del trono.

Colón permaneció en la corte del rey Fernando, pero el soberano lo recibió una sola vez después de la muerte de la reina.

Exactamente un año y medio después de la muerte de Isabel la Católica, el 20 de mayo de 1506 moría Cristóbal Colón, víctima de un severo estrés que potenció todas sus dolencias físicas. En su testamento pidió que sus despojos fuesen inhumados en la isla de la Española.

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