Isla Saona viaje al
centro del paraíso

Isla Saona viaje al<BR> centro del paraíso

Mano Juán, Isla Saona
La Romana
. Llegar a Isla Saona  y  dejarse atrapar  por el fascinante paisaje presidido por hileras  de cientos de cocoteros, el mejor lienzo de fondo para aquella playa turquesa, alfombrada por cálidas y blancas arenas, brinda  la impresión de haber llegado a un verdadero paraíso terrenal.

El sublime  canto de las olas corea con el silbido de  los pájaros y éstos son los únicos sonidos que rompen el silencio del mediodía en  Saona, un paraíso situado en el extremo sureste de  República Dominicana.

Y es que en sus  110 km² de superficie no hay espacio para el enfado, porque la serenidad lo cubre todo desde antes de llegar a este casi idílico lugar. El trayecto, de unos cuarenta minutos  en lancha desde Bayahíbe,  es un delicioso paseo que permite contemplar el cambio de tonos del agua, desde el verde esmeralda al intenso azul turquesa, a medida que la lancha baila el son de las olas.

Este encanto caribeño es una muestra más de  que Dios tuvo preferencia al crear República Dominicana y para nuestra sorpresa, con el “boom” que ha tenido la industria del turismo en los últimos, Isla Saona aun   no ha sido invadido por las grandes cadenas  hoteleras ni por el cemento de los bloques de apartamentos, por eso conserva  el encanto de lo natural, la belleza de lo salvaje.

En este desborde natural   perteneciente al Parque Nacional del Este existen dos asentamientos humanos permanentes: los poblados de Mano Juan y Catuano. Mano Juan es un pueblo de  pescadores que viven en pequeñas casitas  de madera pintadas de colores pasteles.

Casi todos sus residentes son descendientes directos de los doce colonos enviados  por el ajusticiado dictador Rafael Leónidas Trujillo para poblar  la Saona. Como el caso de Mary Javier, hija de Plutarco Javier, uno de los fundadores de esta isla.  La población de  Mano Juan,  que reside en típicas casitas situadas en línea frente al mar, se dedica a los cultivos tradicionales caribeños, además de  pequeños negocios relacionados con el turismo, como restaurantes y tiendas de regalos para recuerdos.

“Nosotros tenemos el ‘pálpito’ de que nos quieren sacar de aquí, para meter hoteles, pero nosotros somos parte de la historia y del paisaje de este jugar y por eso nadie nos sacará”, se escuchó decir a un lugareño que  se apresuraba  sobre  las candentes arenas blancas para evitar ser fotografiado.

Un destino para recordar. La mayor parte del territorio está cubierta de vegetación boscosa de tipo húmedo, aunque en la costa está presente el bosque de litoral. La isla combina especies arbóreas como  coco,  cedro, caoba, el copey y  gri-grí. 

Las claves

1.  Turismo sostenible

El año pasado, el Gobierno  anunció proyectos para relanzar el potencial turístico de  Saona, para recuperar los senderos y caminos, así como las viviendas de los habitantes de Mano Juan. En este poblado  las casas ya están siendo pintadas, aunque solo en la parte frontal.

2.  Zona protegida

La vegetación  de la isla es   refugio para la fauna silvestre, al igual que sus ciénagas, lagunas y playas. Por esta razón  Isla Saona es área protegida; de hecho, la captura de la fauna y la depredación de la flora  están prohibidas por Ley 64-00 de Medio Ambiente.

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