Jerusalén. Israel sigue con extrema atención, quizás más que nunca, las elecciones de Estados Unidos, tras cuatro años de sintonía entre el Gobierno de Benjamín Netanyahu y la Administración de Donald Trump y una serie de éxitos internacionales que no habrían tenido lugar sin esta.
“Muchos políticos no van a dormir esta noche. No solo en Washington, sino también en Jerusalén. Van a estar mordiéndose las uñas, esperando ansiosos los resultados de las elecciones (norte)americanas, como si sus destinos personales dependieran de ellas”, señalaba esta mañana la analista Sima Kadmon en el periódico “Yediot Aharonot».
Y completaba asegurando que esta percepción no es gratuita- “Hace mucho tiempo desde la última vez que Israel estuvo en una posición en la que unas elecciones en EEUU podrían impactar al instante la política interna israelí del modo en que podría hacerlo la elección Trump-Biden».
La comentarista opina que, de ganar Trump, hay mayor probabilidad de que Netanyahu convoque elecciones anticipadas -en vez de cumplir con el acuerdo de alternancia en la jefatura del Gobierno que tiene con Beny Gantz-, mientras que de ganar Joe Biden, “Bibi” (Netanyahu) se sentiría más cómodo manteniendo el Ejecutivo de unidad.
La sintonía entre Netanyahu y Trump ha sido absoluta. Tanta que este último le preguntó al primero durante una llamada grabada en directo al anunciarse el último triunfo diplomático (reconocimiento de Israel por Sudán) si “sleepy Joe (el somnoliento Biden)” hubiese logrado este pacto. Bibi, ágil, escapó contestando que está agradecido a “toda ayuda para la paz de cualquiera en América».
Trump reconoció en 2017 a Jerusalén como la capital de Israel, trasladó un año más tarde la embajada de Tel Aviv a Jerusalén y salió del pacto nuclear con Irán (como pedía Netanyahu); reconoció en 2019 el Golán sirio ocupado también como territorio israelí, presentó un plan de paz en 2020 que favorece las posturas israelíes y permite la anexión de un tercio de Cisjordania y facilitó los acuerdos de establecimiento de relaciones con Israel de tres países árabes- Arabia Saudí, Baréin y Sudán.
Casi todo ello contradecía el hasta entonces consenso internacional, dejó prácticamente sin efecto la Iniciativa de Paz Árabe y dificultó la consecución de la visión de la paz que establecieron los Acuerdos de Oslo, apoyados hasta ahora por la mayoría de la comunidad internacional y que prevén el establecimiento de un Estado palestino en base a las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días (1967).