Israel no está vinculado a Irak

 

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Por ETHAN BRONNER
NUEVA YORK — Al día siguiente de que se dio a conocer el informe Baker-Hamilton sobre Irak, los líderes israelíes, incluido el Primer Ministro Ehud Olmert, rechazaron la parte que instaba a Estados Unidos a reenfocarse en el conflicto árabe-israelí porque todos los asuntos de Medio Oriente estaban, dijo “inextricablemente vinculados”.

Olmert respondió: “Los problemas de Estados Unidos en Irak son totalmente independientes de los problemas entre nosotros y los palestinos”.

Sin embargo, las propias declaraciones y acciones recientes de Olmert desmienten su argumento. En parte en anticipación de un giro estadounidense en la política y en parte por la antigua y creciente preocupación sbre Irán, ha estado buscando un enfoque hacia los intereses israelíes que involucre acercarse a los palestinos y los vecinos de Irak. Casi pudiera haber sido tomado del manual escrito por el ex secretario de Estado James A. Baker.

En un discurso a fines del mes pasado ante la tumba del primer ministro fundador de Israel, David Ben-Gurion, Olmert llamó al establecimiento de un estado palestino soberano y dijo que buscaría la ayuda de Jordania, Egipto, Arabia Saudita y otros países del golfo para hacer de eso una realidad.

Por primera vez elogió elementos de un plan de 2002 patrocinado por sauditas que llamaba a entablar relaciones diplomáticas plenas entre todos los estados árabes e Israel a cambio de ese estado palestino (bajo ciertas condiciones). Altos funcionarios israelíes se han reunido en los últimos meses no sólo con jordanos y egipcios sino — más notablmente — con sauditas.

La razón: La preocupación dominante de Israel es el ascenso de Irán y su programa nuclear, especialmente porque el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, ha llamado a menudo a que Israel sea borrado del mapa y ha restado importancia al Holocausto como un mito.

Los estados sunitas de Arabia Saudita, Jordania y Egipto comparten la preocupación de Israel sobre el Irán chiita y les inquieta su eventual influencia en un Irak que se está saliendo de control. Así que han tenido gestos modestos hacia Israel y Estados Unidos y les han instado a avanzar en el asunto de un estado palestino. Ambos países están escuchando.

“Los sauditas nos están diciendo: ‘Tenemos miedo de Irán y queremos trabajar con ustedes pero el asunto palestino tiene que resolverse”’, dijo un destacado funcionario israelí, insistiendo en el anonimato porque no estaba autorizado a hablar públicamente. “En cierto grado, esto es una excusa pero en cierta medida es genuina. Esto es en parte lo que motivó el discurso de Olmert”.

Añadió que el creciente dominio de la política palestina que tiene Hamas, el grupo islamita militante que pide la destrucción de Israel y ha recibido ayuda iraní, es una amenaza para los gobernantes árabes laicos al igual que lo es para Israel. Así que quieren dar impulso al presidente palestino, Mahmoud Abbas, quien favorece negociaciones con Israel; y eso, también, coincide con la opinión de Israel.

La guerra del verano pasado entre Israel y la milicia chiita libanesa Hizbulá cae en una categoría similar. Hizbulá, que es patrocinada y armada por Irán, está buscando apoderarse del gobierno libanés.

Las tres actuales o potenciales guerras civiles en Medio Oriente — en Líbano, Irak y las áreas palestinas — están por tanto entrelazadas en la lógica de Israel, con Irán como el común denominador.

El resultado es que los líderes israelíes, aunque públicamente se quejan de que Baker vincule todos los problemas mediorientales, están actuando como si hubiera conexión, y buscando una causa común con los estados árbes en torno a Irán y la cuestión palestina.

De hecho, esto no es nuevo. Michael B. Oren, un historiador israelí con un libro a punto de salir el mes próximo sobre el involucramiento estadounidense en Medio Oriente, dijo que estuvo en una reunión con el Primer Ministro Yitzhak Rabin en 1993 cuando estaban empezando las conversaciones de paz con los palestinos bajo el régimen de Yasser Arafat.

“El dijo al grupo: ‘¿Por qué me estoy embarcando en esto, corriendo el riesgo de dialogar con Arafat?”’, recordó Oren. “‘La respuesta es Irán. Tenemos que estabilizar nuestras relaciones con el mundo árabe para hacer frente a la amenaza real, que es Irán’. Así que ya entonces Israel comprendía que el proceso de paz con los palestinos empieza con Irán”.

Hay otras dos razones de que Olmert y otros israelíes hablaran contra el llamado del informe a la vinculación: No quieren que otros definan la vinculación por ellos; quieren que cualquier vinculación sea en sus términos, que salga de su propia boca. Y nunca les gustó Baker, a quien consideraban hostil cuando era secretario de estado a principios de los años 90.

Dicho esto, la mayoría de los analistas israelíes y muchos independientes ven una vinculación directa entre la cuestión palestina e Irak como una especie de espejismo. Como lo expresó Daniel Kurtzer, ex embajador de Estados Unidos en Israel y ahora profesor en Princeton: “Si Estados Unidos mediara en las conversaciones de paz entre Israel y los palestinos, ¿piensa que un solo pistolero iraquí bajaría su arma? De ninguna manera”.

Y un destacado funcionario israelí dio otro argumento. “¿Por qué querríamos vincular nuestro problema con una pesadilla como Irak? Hay un lío terrible ahí. No queremos que se piense que hasta que se resuelva no podremos resolver nuestro problema”.

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