¡It’s the economy, Mr. Hipólito!

¡It’s the economy, Mr. Hipólito!

De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Así reza una conocida frase. Hay otra, de origen criollo, que señala que ‘quien no sabe para dónde va, cualquier camino le resulta largo’. Traigo esto a colación, debido a unas expresiones externadas por el ex presidente Hipólito Mejía en su más reciente comparecencia televisiva en Uno+Uno.  En la misma, el ex presidente señalaba que: “para mantener la estabilidad macroeconómica tomará medidas que aumenten la producción agropecuaria y la construcción de viviendas…”.

A simple vista o, como se dice popularmente, a ojo de buen cubero, parecería una simple frase de las que acostumbra el ex presidente Mejía para tratar de mostrar su buena disposición hacia la producción nacional. Hasta lógica parece. ¿Quién se opondría a que se aumente la producción de yuca, plátano  o batata, por ejemplo? ¿O que se construyan viviendas en nuestro país? Evidentemente que nadie. ¿Dónde estriba el problema, en consecuencia, si acaso lo hubiera?  En que el ex presidente, a pesar de haber pasado cuatro años en la conducción del Estado, y de que, supuestamente, se aprende de los errores, aún no acaba de dar pie con bola en relación con los aspectos económicos que sustentan el engranaje productivo de una nación.

En efecto, estas declaraciones demuestran una preocupante confusión entre causa y efecto.  No es la producción, ni el gasto en viviendas lo que puede mantener o no la estabilidad macroeconómica, y eso lo saben perfectamente sus asesores. Es todo lo contrario, la estabilidad macroeconómica, o sea, la estabilidad de los precios en la economía es lo que genera mayor o menor producción, fruto de una mayor o menor inversión, pública o privada. Si hay estabilidad, hay baja inflación y por consiguiente un menor costo del dinero, lo cual incentiva la inversión y la generación de empleos. 

Habrá más yuca y aguacates como ahora; más torres y elevados, como ahora; más negocio formales e informales como ahora. No quiebras generalizadas y desempleo como durante su gobierno 2000-2004.   Lo malo, y de igual manera ocurrió durante su administración, es que Hipólito no oye a sus asesores, los cuales, vale mencionar, tampoco tienen posiciones unificadas en cuanto al desenvolvimiento de nuestra economía. Mientras desafinan por un lado respecto a que hay crecimiento, pretenden ponerle la banderilla de que es por un excesivo endeudamiento externo.

Pero los organismos financieros internacionales los desmienten y nos aumentan las calificaciones de riesgo país mientras degradan a España, Italia y Grecia, por mencionar algunos países. Sin embargo, ellos continúan con su politiquería, aunque en su fuero interno saben que si hay crecimiento económico es porque hay un manejo adecuado y coherente de las finanzas públicas y la política monetaria. De otra manera, los mercados nos castigarían y, como señalamos, en lugar de eso nos premian y nos bajan el costo del financiamiento.

Nada de magia. Simple matemática. No es que pretenda, válgame Dios, exigirle al ex presidente Mejía un conocimiento profundo sobre las intríngulis económicas, lo cual no tuviera nada de malo. Sin embargo, algunas nociones básicas debiera manejar, para no volver con el relajo del 2000 de que ‘iba a enlazar la macro con la micro pa’ que los de abajo boronearan’. Porque en definitiva, lo que enlazaron durante su administración fueron los cuellos de millones de dominicanos, debido al desastre macroeconómico que provocó la devaluación del peso. Y, por lo que veo, la economía sigue siendo una asignatura pendiente para Mejía.

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