Italia: una potencia para buscar la corona en mundial

Italia: una potencia para buscar la corona en mundial

POR MARIO ARVELO, HÉCTOR MOLINA Y ARTURO PEÑALÓ.
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Grupo E

Si el grupo C no lo fuese ya, quizás el grupo E sería el «de la muerte». Los cuatro equipos sorteados en esta liguilla tienen ganas de avanzar a octavos. Comencemos por Italia, que desea levantar su cuarta Copa del Mundo «no sea que los alemanes obtengan el tetracampeonato antes que ellos» y cuenta con los recursos humanos para hacerlo.

La República Checa, si bien no tiene la tradición de los italianos, ya ha demostrado que tiene un bloque que puede poner en apuros a cualquier selección.  Es segunda en el ranking de la FIFA, lo que dice mucho. Estados Unidos y Ghana no serán en modo alguno convidados de piedra, y si bien es probable que ambos se queden fuera de los octavos, pueden amargarle la fiesta a cualquiera de los otros dos y, como quien no quiere la cosa, colarse entre los mejores dieciséis.

Italia

Vencedora de tres Copas del Mundo, Italia sigue siendo una potencia de gran nivel internacional, pero el fútbol de sus clubes, especialmente el AC Milan y la Juventus de Turín, ha ido superando con el tiempo los logros del seleccionado nacional. De hecho, las encuestas indican que Italia es el único país europeo donde una mayoría de los hinchas se decanta por ver su respectiva scuadra del cuore o «escuadra del corazón» antes que seguir los resultados de la nazionale, es decir, el onceno que viste de azul.

Italia triunfó por última vez en el máximo evento deportivo mundial en España 1982. En esa ocasión fueron de menos a más, porque para clasificarse a segunda ronda lo hicieron por diferencia de goles al haber empatado sus tres partidos nada menos que ante rivales de segunda categoría como Camerún, Perú y Polonia. Los africanos, que también hicieron tres veces tablas, fueron relegados por haber marcado sólo un gol, mientras que los de la península con forma de bota marcaron dos.

Luego se realizó una segunda ronda de grupos, donde los italianos se impusieron sucesivamente a Argentina (2-1) y Brasil (3-2), descartándoles del torneo. Por los primeros debutaba el inmenso Diego Armando Maradona, y los segundos contaban con futbolistas sedientos de gloria como Artur Antunes Zico Coimbra, Roberto Falc»o, Eder de Assis y el doctor Sócrates,  recibiendo las tres vacunas por parte de Paolo el bambino de oro Rossi. Italia pasó entonces 2-0 por sobre Polonia en semifinales y en la gran final, jugada contra Alemania a plena capacidad en el madrileño santiago Bernabéu, Rossi (hoy comentarista en la televisión deportiva), Marco Tardelli y Alessandro Altobelli marcaron para hacer inútil el esfuerzo postrero de Paul Breitner: los dirigidos por Enzo Bearzot eran tricampeones.

Pero, como señala Jorge Valdano, quien fuera campeón mundial con Argentina y exitoso entrenador en España, si queremos ver rasgos de creatividad en el fútbol italiano, debemos mirar «los peinados de los jugadores».  Nada más cierto: catenaccio es la más triste y detestable palabra del argot futbolístico universal y que literalmente significa «pestillo» o «cerrojo», aportada al léxico del balompié por una Italia cicatera en el planteamiento estratégico: su origen se remonta al infame verrou o «cadena» introducido en Suiza por el técnico austriaco Karl Rappan durante el primer tercio del siglo pasado, que originalmente consistía en colocar a un defensor sobre la media luna, cuya presencia «que permitía a los atacantes contrarios casi nunca caer en el fuera de lugar» cortaba de raíz todo intento de contragolpe. Luego, Rappan desarrolló un sistema de cuatro defensores asistidos por tres mediocampistas echados atrás y tres volantes ofensivos, dos de vocación retrasada.

Popularizado en los años sesenta por el entrenador argentino del Inter Helenio Herrera y por el italiano del Padova Nereo Rocca, el catenaccio actual, incluye un líbero o «barredor», que se sitúa detrás de la línea defensiva. El sistema, para vergüenza del fútbol, ha dado buenos resultados a algunos de sus exponentes, aunque en la actualidad se utiliza cada vez menos, excepto en ocasiones límite, como la defensa de un resultado crucial o cuando por efecto de una tarjeta roja una escuadra queda en inferioridad numérica. Consecuencias del catenaccio incluyen no haber podido ver a Francesco Totti jugar conjuntamente con Alessandro del Piero, así como fue imposible ver a este último al lado de Roberto el divino Baggio en Francia 1998. Pero, por el contrario, nunca se ha puesto en duda que jueguen Damiano Tomassi y Genaro Gattuso hombro con hombro.

Nombre por nombre, hay pocos equipos que se equiparen a Italia, Mundial tras Mundial. Sin embargo, los azurri han caído estrepitosamente en los últimos torneos cuadrienales. En la pasada edición, Corea del Sur «haya o no vencido con ayuda arbitral, poco importa ya» le mandó a hacer maletas en cuartos de final; en iguales condiciones cayeron ante Francia cuatro años antes, aquella vez por definición desde el punto de penales.

Y ni hablar de la última Eurocopa, de la cual salieron en primera ronda por diferencia de goles a pesar de no haber perdido. En la ronda clasificatoria para Alemania 2006, los italianos lideraron su grupo con siete triunfos, dos empates (ante Escocia y Noruega) y apenas una derrota (frente a Eslovenia), al ritmo de 17 goles a favor y 8 en contra. Esta última cifra está, sin embargo, muy por encima de las expectativas de la cerrada defensa italiana.

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