Italia y la ciencia en RD

Italia y la ciencia en RD

WALTER J. CORDERO
Dedicado a la olvidada labor meritoria de los científicos italianos en Santo Domingo. La historia de la ciencia en la República dominicana durante la tercera década del siglo XX, caracterizada por avances sorprendentes en la investigación, difusión y aplicación de conocimientos sistematizados, está indisolublemente vinculada a Italia.

Dos factores principales contribuyeron a iniciar este singular proceso. Por un lado, la migración a América de profesionales y técnicos europeos a raíz de la Primera Guerra Mundial con sus secuelas de penurias económicas y sociales, y crisis políticas; y, en otro orden, los requerimientos del Estado dominicano y el sector privado de personal calificado para contribuir a modernizar las principales actividades productivas en que descansaba la economía nacional. En 1924, la administración de Horacio Vásquez emprendió un auspicio proyecto de desarrollo agrícola acorde con los procedimientos teóricos y prácticos más avanzados de esa época. Para tales fines dotó de recursos económicos al Colegio de Agricultura y Estación Agronómica de Haina, y dispuso la contratación de especialistas procedentes del exterior con dominio de distintas disciplinas técnicas y científicas.

La dirección de dichos organismos recayó en el fitopatólogo italiano Rafaelle Ciferri; el laboratorio de química y el desempeño docente de dicha materia les correspondió a Enrico Balzarotti; mientras que Enea Razeto fue contratado como profesor de agronomía y encargado de los viveros y semilleros del Departamento Nacional de Agricultura.

Posteriormente, se integró también al cuerpo profesoral e investigador el entomólogo Giuseppe Russo. Para esa misma fecha, el señor A. Ortori dirigía el Servicio Meteorológico Nacional.

Desde el comienzo de su labor, los italianos, conjuntamente con los demás miembros del cuerpo docente e investigador de la Estación y los estudiantes del Colegio, se propusieron forjar una comunidad científica que respondiera a los objetivos por los cuales se había creado la institución y que aportara nuevos conocimientos a las ciencias naturales en el país.

En estas instituciones se llevó a cabo un amplio programa de actividades docentes, investigativas, de difusión y de aplicación de los conocimientos adquiridos. Como resultado de este esfuerzo no replicado hasta hoy, emprendido primordialmente por el director Rafaelle Ciferri, se estudiaron muy diversos asuntos referidos a la flora, la fauna, los cultivos, la conservación del suelo, el clima, el agua – para mencionar sólo algunos de los muchos temas abordados.

Estos estudios se daban a conocer a través de un novedoso programa de publicaciones en la Revista de Agricultura y la Memoria Anual de la Secretaría de ese ramo, en los informes anuales de la Estación, en opúsculos y libros, así como en la prensa vernácula.

La surtida bibliografía elaborada por el personal de la Estación en este período incluye, entre sus decenas de títulos, el hoy desconocido ´Informe General sobre la Industria Cacaotalera de Santo Domingo´, y el todavía actual «La cuestión de los carburantes nacionales» de Ciferri; el raro opúsculo «Excursión a la costa nordeste del país», del benemérito botánico sueco Eric Ekman; y los valiosos ensayos nombrados «La lucha natural o biológica en el control de los insectos dañinos a los cultivos» y «La miel en la alimentación y la medicina», escritos por Giuseppe Russo.

De igual modo, tanto los profesores – italianos y de otros países – como los estudiantes dominicanos participaban en excursiones de interés científico con la finalidad de compilar y clasificar informaciones de temas variados como el relieve, la flora, los cultivos, la entomología y la ornitología.

En relación a este último tema, con la ayuda de Ekman, Ciferri y su hermano organizaron una interesante colección de aves disecadas para fines didácticos en las clases impartidas en el Colegio. Dado que los ejemplares colectados solían remitirse a Italia para fines de clasificación y consulta, en 1929 la Sociedad Italiana de Ciencia Natural publicó el opúsculo de Edgardo Moltoni titulado «Degli uccelli dell´isola di Haití».

Como complemento teórico a la labor científica realizada desde el Colegio y la Estación, el director Ciferri y el cuerpo docente sostuvieron una activa correspondencia y canje con instituciones similares del mundo entero. De esta manera, la biblioteca de la Estación y el Colegio pudo aumentar su acervo con numerosas publicaciones extranjeras, al igual que con los textos y colecciones de las materias que allí se impartían. A modo de ejemplo, el Estado adquirió más de cien ejemplares del famoso libro «La multiplicación de las plantas de Mario Calvino, para uso docente y distribución en el país.

En el ámbito regional, la entidad dominicana contó con la colaboración de los centros similares existentes en Cuba, Jamaica, Haití y Puerto Rico. Igualmente, el cuerpo docente y técnico de la institución sostuvo un intercambio epistolar sistemático con sus colegas italianos y de otros países, principalmente de Europa. De ellos mencionaremos al prestigioso profesor Mario Calvino y su esposa, la botánica Evelina (Eva) Maneli (padres del escritor Italo Calvino); Filipo Silvestri y Edgardo Moltoni, Fructuoso González Fragoso e Ignacio Urban, entre otros. En cuanto a los investigadores antillanos cabe destacar el sabio cubano, Juan Tomás Roig, y el estudioso boricua Carlos Chardón. Sin duda alguna, las experiencias compartidas por estos en distintas temáticas contribuyeron a enriquecer la calidad del conocimiento adquirido y difundido por la comunidad científica forjada en esos años.

Otro punto luminoso de la Estación Nacional de Moca durante esta administración consistió en la fundación de un pequeño jardín botánico y un herbario, donde se plantaron y clasificaron diversas especies de la flora para uso didáctico y utilitario. Gracias a ello, se introdujo un gran número de plantas que eran propagadas y distribuidas en todo el territorio nacional. Además, la institución obtuvo del Arzobispo Nouel la donación de un duplicado de la valiosa colección herborizada por el padre Fuertes por encargo del legendario botánico alemán Ignacio Urban.

La gran depresión económica de 1929 que estremeció la ya precaria estabilidad política del régimen continuista de Horacio Vásquez, repercutió negativamente en la vida institucional del centro de estudio e investigación. Después del golpe d estado trujillista, los italianos abandonaron el país y la Estación perdió su aura científica. Según el testimonio inequívoco del ilustre botánico dominicano Rafael Moscoso, en 1932 antes de que dicho centro de investigación fuera clausurado definitivamente; él vio allí «en muy mal estado, por un descuido o abandono imperdonable» la colección reunida por el padre Fuertes ya mencionada.

En contraste con esa situación, en su país Ciferri prosiguió profundizando los estudios sobre República Dominicana. En 1933, la Real Academia de Italia publicó su libro Varietá, forme y razze di cacao cultivate in San Domingo»; y, más tarde, en 1936, la Real Universitá de Pavia editó a «Studio Geobotanico dell’Isola Hispaniola. Estas, y otras publicaciones, nunca han sido traducidas al español.

Por la riqueza del trabajo de los italianos esbozado en esta breve síntesis queda evidenciada la significación científica y académica de una experiencia completamente olvidada por la memoria social dominicana. Este resumen se deriva de un extenso estudio de mi autoría a ser publicado próximamente en el exterior. A través de este articulo, he querido que el pueblo dominicano tenga un contacto con un hito de la historia de la ciencia en nuestro medio, y al propio tiempo agasajar con esta sorpresa cultural al país al cual se le dedica la próxima Feria Internacional del Libro.

Como mi trabajo sobre el tema es conocido por los organizadores de dicho evento, espero que en el transcurso de la Feria muestren el debido respeto a los derechos del autor al momento de hacer uso de la historia antes reseñada.

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